Día gris en Valencia. Parece que los años no pasan en balde. Cuando me he intentado levantar he comprobado que los músculos de las piernas no me respondían y los de los brazos a duras penas. He intentado seguir una secuencia lógica, primero sacas una pierna, luego la otra y después tensas el cuádriceps, y ¡de pié! Nada más lejos de la realidad, he dado con mis huesos en el suelo. Ana me ha preguntado si me había hecho daño, como al caer se me había metido un muñeco en la boca, solo he podido farfullar: “No, fariño, me enfuentro fastante fien”.
Ahora hay que saborear lo vivido ayer.
Como todos los sábados, mi periplo se inició a las seis. Estiramientos, abluciones y demás actividades matinales que permiten bajar a por el coche en perfecto estado de revista. Tengo que constar que lo que más cuenta a esas horas es peinarse con precisión, siempre me queda algún pelo rebelde que caracolea sobre mis ojos y que me impide ver más allá de mis narices, que en mi caso por su prominencia es una distancia más que razonable.
Subo al coche, hoy tengo que recordar que no he quedado con Diego en el McDonalds, que tras los sucesos de la semana pasada con los dichos Mcflurries hemos decidido hacer un acto de conciliación y quedar en la rotonda del Decathon que a esas horas no está abierto y ninguno de los dos puede tener tentaciones que puedan minar la ya por si débil moral del otro.
Esta vez todo vuelve a la rutina habitual, suena Onda Agraria, las tasas lácteas suben, tendremos que beber horchata. Hoy no hay equivocaciones, las calles están vacías, no hay ningún dipsómano que pueda deparar conmigo algunas frases cariñosas.
Total que llego antes a Xátiva. Diego llega minutos después. Nos fundimos en un sentido abrazo y nos pedimos mutuamente perdón. Me dice que no volverá a ocurrir, que ya sé que es un poco “gepolón” y que le pierden los helados de McDonalds, pero que por mantener la amistad es capaz de volver a usar supositorios de glicerina. Las lágrimas corren por mis intonsas mejillas. En mitad del fragor de momento, una señora, algo perjudicada se nos abraza también, nos dice que no nos preocupemos, que ella también tiene un hijo “gay” y que al final lo quiere más que al resto, que son poco sensibles y desagradecidos. Suelta un regüeldo estruendoso y nos ofrece del brick de Don Simón Gran Reserva que ya está en las últimas. Ha llegado el momento de partir hacia el Ponotx.
El camino está precioso. A ambos lados de la carretera los campos nevados refulgen bajo el sol de la mañana (esto ha sido una licencia poética). El Mont Cabré nevado.
¡Los pájaros! Vía Albatros.
¡Los pájaros! Vía Albatros.
El puerto de Confrides y Aitana en las mismas condiciones.
¡Los pájaros! Vía Albatros.
¡Los pájaros! Vía Albatros.
¡Los pájaros! Vía Albatros.
¡Los pájaros! Vía Albatros.
Llegamos al parking. ¡Sorpresa! Está vacío. Solo una pareja se despereza aún aprovechando el calor de sus sacos de dormir.
Preparamos los trastos. La vía decidida: Albatros. Como soy muy optimista le digo que, como aún son los días cortos, entramos por la vira, hacemos desde el tercer largo y luego a la vuelta, con tiempo la contemplamos. Dicho y hecho.
Como va siento habitual en los últimos meses encaramos la cuesta cargados y cada uno sumido en sus propios pensamientos. Intento subir ligero, pero ayer corrí más de la cuenta, y los cuádriceps no perdonan. Diego, que se le ve contento, ensarta una flor silvestre entre la oreja y el pelo y sube correteando cual Heide paseando por los verdes prados suizos. Como le veo tan en lo suyo no le comento nada. Le tendré que preguntar a su mujer un día de estos si se está pasando viendo programas de Jorge Javier Vazquez.
Llegamos a pie de vía y toca ponerse serios. Como le toca elegir a Diego, me endilga el primer largo, así el pillín tendrá la oportunidad de medirse con el A3.
Llevamos los croquis de D. Manuel, y de Javi “Mercuri”. Perdona, chico, Javi, que no te haya puesto el don antes, pero D. Manuel es D. Manuel. El recorrido está claro y según subamos comprobaremos que ambos croquis, con todos mis respetos, valen para muy poco. Indican por donde va la vía y poco más.
Empiezo el primer largo y primera bronca. Hago un tramo de V+ imposible de proteger, y Diego me mete la broca, que si metas algo, que si le echas demasiado morro y yo humilde diciendo que no es eso, que no hay nada que meter, que más quisiera. Primer tramo expo que da paso al inicio del artificial. Dos puentes permiten colarse con tranquilidad del primer friend. De ahí una estirada, uña, más cacharros, alguna que otra uña y al fina un puente y una p a la derecha. Y en vertical 3 plomos que dan bastante risa. El primero en una fisura horizontal, roñoso como pocos y con un cable de bicicleta, pero venida a menos. Lo pruebo y parece que aguanta. No obstante como la caída puede ser larga, estaco otro al lado, mucho mejor y parece que resistente. Delante de mi dos plomos viejos que parecen más bien dos “mierdecitas” cuidadosamente puestas. El color del plomo es ya pardusco y en las fotos se verá, parece una moña más que un plomo. El siguiente tiene un cordino del tres. Valoro y planteo que paso de él. El siguiente parece mejor me cuelgo, me estiro, consigo meter un allien azul y en ese momento el plomo decide jubilarse. Así que posibles nuevas cordadas a llevar un par de plomos como mínimo. Acabo el largo con unasalida en libre, aceptable, pero no fácil. Y aquí el cachondeo, el croquis original le da A3, el croquis de “Mercury”, A2, el de D. Manuel, A1+, y el de Carlos Tudela ¡A1!.
En mi modesta opinión y teniendo algo de callo en esto del artifo, por no ponerme extremo pero el largo queda, V+ expo, A2+ y V+ de salida. Y quien no esté de acuerdo que la repita y que me lo comente. Si estoy equivocado lo aceptaré públicamente
Siguiente largo. V+/A1 según D. Manolo, 6a/a1, según Javi y A1/6a/A1 según Carlos Tudela.
Versión de los implicados: Largo limpio, salvo un puente donde ya no sirve para nada. Roca gris, pero mala, mala, mala. Vegetación por todos los lados. Escalada delicada, que Diego se curra con solvencia, hasta que no puede más en libre y pasa un tramo en artificial precarios con tres ganchos y poca protección por bajo. 6a más de 30 m, limpios, A2 tres pasos y V+, para luego hacer una travesía hasta una repisa de IV+. Hasta ahora la cosa va bien pero lenta. Ni un metro sin “bacalao”.
Inicio el tercer largo y segunda bronca de la vía. Que si no metes, que si no puedo. Al final puedo y Diego deja de imprecarme. Un tramo de 6a+ a proteger, donde se puede, pero de roca noble. Se llega bajo una zona de roca más desplomada y peor. Dos buriles, el primero viejo, el segundo da miedo, se mueve la chapa y está diciendo a gritos: “Cáete, que me jubilo y me voy”. Al final dos ganchos, uno “chungo” y otro de carnicero me permiten alcanzar una fisura algo rota pero que permite meter algún allien y salir en libre (6a) para llegar a la reunión.
La reunión en buena, una repisa cómoda. Hay una v, meto otra, un tricam y un clavo de risa que ya se verá en la foto.
Llega Diego, ahora le toca el bacalao. Ataca el primer tramo, 6ª+, roca roja y algo rota. Tras colocar algún camalot llega a un puente “milhojas”, grande pero malo. Ahí tiene que comenzar una labor de poda y escarda para limpiar una fisura invisible por la que se supone que va la vía. Tras mucho desbroce (esta vía se debe repetir con frecuencia) empieza a ver emplazamientos para alliens y otro tipo de cacharros.
Tras el primer tramo de A2 sale a una bauma y ahí le pierdo visualmente. Pasarán unos cuantos minutos para que le vuelva a ver ya en la parte superior del desplome gris. ¡Ojo! Con Diego. Dará mucho que hablar en los próximos años. Aúna un gran nivel como escalador de pared, y un más alto nivel como persona.
Tras llegar a la primera expansión del desplome me dice no se qué de que se le ha olvidado algo. No presto atención. Evita los plomos con alliens y cuando sale del desplome y se lanza en libre, se da cuenta de su equivocación. El muro vertical a la salida del deplome ofrece pocos agarres, roca descompuesta y nulas posibilidades de asegurarse. Así que “el figura” tiene que lidiar con la situación, y no sin tensión consigue llegar a la reunión en donde ¡hay un clavo!. Protege algo mejor la reunión. Todo un detalle para el “figura”.
Me toca a mí. Los dos clavos salen con facilidad, pero el tricam dice que nones, que él se queda allí. Se inicia una cruel batalla del que el tricam será el que saldrá peor parado. Cuando lo vea Diego ya si se pone a llorar y le tengo que frenar pues sus manos en forma de garras vienen a mi cuello.
Vale, vamos al largo, primer un tramo ligeramente desplomado sobre roca de relativa calidad (ya todo el mundo sabe lo que quiere decir eso). Pasos atléticos hasta que llego en libre hasta el puente de roca “milhojas”. Ahí ya me tengo que colgar, entre otras razones para sacar un clavo, por otras porque de ahí para arriba el tete ya no pasa en libre. Supero el tramo de A2, coincidente en los tres croquis consultados. Por lo menos en algo hay quórum.
Llego a una bauma inclinada donde se escala un tramo en libre (no aparece así en ningún croquis) y saco el mejor clavo que esta pareja ha metido en toda la vía. Sirve para no seguir mucho para abajo, pues pocos metros arriba empieza el desplome final.
De un clavo ponzoñoso, no sé que ha hecho Diego pero ha llegado a un agujero en medio del desplome donde ha metido un pe, regular, y un allien en el fondo del agujero oscuro. Luego me entero que ha hecho un paso en libre para colgarse de un gancho largo en medio del desplome.
Cuando llego al clavo en cuestión, donde se ha dejado una pelada, compruebo no sin desagrado, que en primeros y estirándome más que Eva Nasarre haciendo un spagás no llego ni de lejos al salvador buril. Pensamiento cariñoso hacia Diego, y verbalización gutural y salvaje: “Maricónnnnnn….”. De nada sirve porque no me oye.
Hay varios agujeros nimios. Tanteo un gancho, nada, se que dos agujeros seguidos no son un puente, pues Diego ha estado buen rato intentando pasar un cordino por abajo, por arriba… y al final ha desistido. Al final en un agujero que apunta al suelo, es decir al infierno, veo la posibilidad de meter una uve. Y a ello me pongo. Estaco la uve y parece que ha entrado algo. Como no me fio la falco con una universal. Ahora ya puedo probar. Me cuelgo, aguanta y tras un momento de tensión ya estoy en la tranquilad de un ala de mosca de 27 años sobre un buril roñoso coetáneo a la dichosa chapa. Me bajo un poco y un golpe ligero de martillo hace que ambos clavos salgan sin rechistar. La pe de la que había colocado estos sale también con facilidad. Ya estoy en condiciones de opinar. Aquí todos los croquis salvo el de D. Manuel son ecuánimes: A3. Pues aquí me inclino más por A3+. Corto, intenso y con una caída muy mala sobre la bauma. Y aquí me sale el ramalazo de chulería. Pido disculpas a tan alto respetable, pero tenía que manifestarme. Considero tener suficiente experiencia en artificial, y dándole asiduamente en los últimos tiempos para confirmar que A3+. (Vuelvo al aforismo de D. Cosme: Hay tantas opiniones como …), así que no nos vamos enfadar por tener pareceres dispares. Por cierto, se me olvidaba, Diego al final hizo el paso con un ancla, echándole un par…
Parece que lo peor ha pasado. Raudo y veloz y sin tiempo a pasar material ataco los dos siguientes largos de III+ de 35 m cada uno, que al final se quedan en uno de 55 m. Nada más empezar me encuentro con una placa final que hay que proteger y que me parece V+, pero acepto que ya estoy mayor y tras más ya de seis horas quizá empiece a desvariar. Tras ese muro una repisa y luego otro en donde me paso mal el friend que he colocado y casi me doy la “ostia” del siglo. El paso de Vº, pero ya digo, puede ser hasta IIº. Luego ya viene un tramo herboso que me parece III, pero quizá esto no esté ni reseñado, para llegar a un muro inclinado con incrustaciones férreas que será de IVº, pero no voy a discutir los IIIº de los croquis. Aquí el inefable Ballart, o quizá alguna repetición posterior ha dejado un cordino y una buena cinta (vieja ya) en sendos puentes de roca. Llego a la reunión común con Alfa Centauro.
Aquí aprovecho para disentir con Javi “Mercury” en uno de sus perspicuos blogs que nos regala de vez en cuando. Armand Ballard será brillante (comprobado), tacaño (comprobado), intolerante (comprobado), audaz (comprobado), pero ecléctico nunca. En cualquier caso que sirva esto para una tertulia alrededor de una cerveza o un café hablando de lo que tanto nos gusta.
Alguno pensará que se ha acabado todo, y por fin este plasta, termina. Nada más lejos de mi intención. Todavía nos quedan tres largos para llegar arriba y un último exclusivo de Albatros. Según el croquis de D. Manolo A1 (2 pasos) y IV+, según “Mercury” A1 – V+. Ahora viene mi versión.
A unos 7 metros a la izquierda de la reunión hay un clavo con un cordino. Ni uno ni otro sirven para nada en el momento actual. Como las chulerías se pagan, yo voy a pagar ésta. Le digo a Diego que el largo anterior no cuenta y encaro éste. Me lo había pensado en la reunión pues total para dos pasos de A1 y un tramo de IV+ no merecía la pena ninguna discusión, y menos alterar la impasibilidad del “Figura”.
Nada, yo todo chulo, decido atacar en libre el tramo. Muy tieso y con buenos agarres al principio para las manos. Los pies son otra cosa y la única manera de proteger el largo es con friends puestos en las oquedades horizontales que sirven para agarre para las manos. Peleo como un titán en un tramo que bien pues ser 6c. Cuando ya lo tengo casi, mis antebrazos se empiezan a convertir en bombonas de butano, pero en este caso de color morado. Tras apurar un paso más no me queda más remedio que colgarme del fifí de un agujero con la consiguiente tensión. Ningún seguro da para mucho, pero confío en que la redundancia sirva para algo. Sigo escalado, la dificultad no baja y cuando me va a dar un ataque, mimetizado con la roca descubro un clavo tipo pe. Lo chapo y sigo. Un muro con malos pies y en principio con agarres de mano sobre roca dudosa me hace recular pues no acabo de ver el paso. El último seguro ya descansa unos siete metros por debajo de mi, y esto no baja de 6ª. Al final tras recular veo un agarre para la mano por encima de un pequeño techito y esta vez basculando a la derecha consigo pasar. Unos metros más fáciles me ponen en la base de un diedro, difícil de proteger en su primera sección y entre 6ª/V+, a estas alturas me bailan los grados. Pongo dos micro empotradores, subo un poco y meto un allien algo mejor. Esto me da confianza ya para abordar los últimos metros del diedro. Compruebo cada agarre pues se bien que aquí la roca es traicionera. Tanto es así que en la salida se me va un agarre gris sobre el muro, que me pone el corazón a doscientos. Afortunadamente acababa de apoyar la mano izquierda en un canto y eso ha permitido que no me vaya para abajo.
Llego a la reunión, común otra vez con Alfa Centauro. Recojo cuerda y llega Diego. El sol se ha puesto sobre el Puig y el frío se intensifica a ritmos forzados. Curiosamente, el siguiente largo, todos los marcan de 6ª, y ¡Cielos! Es 6a. No he perdido el sentido. El último largo vuelve a las andadas. Nada más salir una placa fina de Vº, menos no es, para luego alcanzar un muro con el último clavo de la vía, otro paso de Vº, imagino que si fuera menos el que pasó por allí no habría considerado necesario ponerlo. Pues aquí todos los hacedores de croquis de acuerdo (IV). Pues estamos buenos.
¡Los pájaros! Vía Albatros.
¡Los pájaros! Vía Albatros.
Por fin arriba. 8 ½ horas para recorrer 8 largos, de los que 5 son duros, expuestos y trabajosos. Nos falta completar los tres largos iniciales pero para nosotros Albatros ya cuenta como una vía en nuestro haber.
Atardece sobre el Puig con su cara norte nevada.
¡Los pájaros! Vía Albatros.
¡Los pájaros! Vía Albatros.
Estamos machacados, contentos pero rotos. Es una vía exigente, y donde hay que ponerlo todo, hasta los plomos.
Albatros, pajarraco (lo digo con cariño) que se encuentra entre los de mayor tamaño entre los alados. Se puede encontrar en el mar antártico, en el atlántico sur y norte, pero difícilmente por nuestros lares. Ya había oído hablar de estos “bichos” de los diarios de Scott y Admunsen, pero jamás hubiera imaginado que quedarían grabados en mi memoria por una gran vía en el Ponotx.
Epílogo:
Acabamos los rápeles del Tozal ya de noche. En ese momento el gran “Guerola” llamaba para interesarse por como nos había ido. Bajamos conversando, felices, el resto de los problemas tendrían que esperar, al menos, hasta el lunes.
En Polop rematamos la jornada con una cerveza, una coca cola y dos platos de viandas.
Ya solo nos quedaba un rato para llegar a casa. A uno más que a otro, pero así es la vida.
Tras la piada llega el reportaje fotográfico, pero ahí tendréis que esperar pues por ahora me he quedado sin energías, y todavía me duele todo.
Cuando haga la parte inferior haré un croquis y que quien quiera, compare.
