Y al final lo conseguí: Green Day y Fisura Murciana en la Sur de Penyagolosa

MI primera experiencia en Penyagolosa fue bastante desastrosa, pero siempre había querido escalar en su cara sur, vertical, cortada a plomo y en un entorno natural salvaje y único en toda la Comunidad Valenciana.
Allá por finales de 1995 Armand Ballart publicaba un artículo en la revista Desnivel sobre las vías ya existentes en la muralla sur del pico de Penyagolosa. El contenido del artículo, los croquis y las fotos que allí aparecían me hicieron salivar más de la cuenta, y desde ese momento no paré para encontrar el momento (fácil en aquella época) y un compañero (muy difícil) que quisiera adentrarse conmigo en aquella fantástica pared.
Al final un 5 de enero de 1996 nos dirigimos a la ansiada pared Checho y el que suscribe. En Sagunto a primera hora un tímido sol invernal parecía aventurar un día idóneo para la escalada en zonas soleadas. Las perspectivas eran buenas.
Penyagolosa no queda lejos de Valencia, apenas 160 km, pero entonces la carretera era mucho peor y los últimos 35 km, aunque ahora han mejorado, siguen poniendo a prueba los estómagos más bragados en carreteras reviradas.
Llegamos a San Juan de Penyagolosa con una niebla intensa y un temperatura acorde al periodo invernal, por debajo de cero. Tras aparcar el coche Txenxo (creo que ahora lo escribe así) me miró con cara incrédula cuando le dije que para arriba. En el fondo creo que me vio tan convencido que no se atrevió a decir nada.
Subimos hacia el pico y cuando consideramos que ya habíamos ganado suficiente altura flanqueamos hacia la izquierda sin perder altura para alcanzar el collado. Entonces no había fitas, ni restos de senda, ni vestigios de paso de gente por ahí.
Bajamos la canal tras el collado con más de un traspiés y al girar a la derecha vi por primera vez la imponente pared de la cara sur de Penyagolosa. Tiene sólo 150 m de altura pero su verticalidad impresiona. La visión fue breve pues la niebla .
La idea era hacer la Fisura Murciana, y en su base nos pusimos. Txenxo estaba hierático, callado y creo que yo con un nivel de incredulidad elevado. Quizá simplemente estaba helado y no fue capaz de reaccionar ante mi ímpetu y furor por escalar fueran las condiciones que fueran.
Me até raudo y veloz y en pocos minutos había resuelto el primer largo. Las perspectivas iban mejorando. La roca estaba fría pero se dejaba escalar. Tras llegar a la reunión y decirle a Txenxo que se preparara, empecé a oir farfullos difíciles de descifrar. “Jaaaaiiiiimmmme, Jajajaiiimememe, toiiii heeelalaladododo”. Como una triste letanía volví a oír el mismo tipo de prédicas lastimeras.
Mi obsesión por subir a cualquier precio hicieron que alcanzara tal grado de obcecación que no fuera capaz de comprender que las condiciones eran extremas y más para alguien acostumbrado a la escalada deportiva en zonas de temperatura agradable.
Al final, decidí destrepar, cuestión nada baladí, pues no había puesto más que un seguro flotante y la roca de los primeros largos de esta pared no es lo que se diga de gran calidad.
Tras alcanzar la base me quede obnubilado al ver el rostro ya casi morado de Txenxo debido al frío. Para acabar de liarla, le propuse subir a la cumbre y así arriba disfrutar de un par de cigarrillos. Creo que el frío le tenía tan paralizado que no fue capaz de oponerse a mi propuesta, ni manifestar objeción alguna.
Ya en la cumbre y al abrigo de la caseta, que entonces estaba abierta, y nos dio refugio pudimos entrar en calor y disfrutar del noble vicio de fumar (por lo menos entonces). Aquel día comprendí que había perdido de forma irreversible un posible compañero para la escalada en pared.
2 de junio de 2013. Ha llovido desde entonces. A las 7 estoy en el Puig para recoger a Ramón. Me siento hecho unos zorros tras las convulsiones volcánicas estrombolianas de los últimos días, pero como últimamente ocurre, me pueden las ganas.
Ahora la carretera está mejor y en una hora y media nos plantamos en la planicie pasada La Bañanera justo bajo la mole somital de Penyagolosa.
Sin dilación repartimos trastos e iniciamos la aproximación. Ahora, 17 después, hay señales, fitas y una buena senda que te deja en la base de la pared en algo menos de 30 m.
Primero entramos por la “Green Day”, caramelito abierto por Luichy y compañía. Cinco largos de escalada variada a cual mejor. Me toca una placa tiesa de 7a, que veo, la placa, pues de encadenarla como no sea a cintas no encuentro alternativa. Le sigue un largo de 6c+ rematado con un techito y una fisura terminal de 6c aprieta y es necesario proteger. Primera vía en esta pared con un paisaje bestial. Sabor agridulce pues me noto bastante cascado y débil y además hoy la cabeza no está funcionando como debiera.
Si empezamos con un sol radiante ya a las 12 las nubes han entrado por el norte y la temperatura ha caído en picado. Nos tenemos que poner algo encima para no quedarnos pajaritos.
Sin dilación plegamos y buscamos la canal situada al oeste de la cumbre. La bajada por la misma es rápida y han tenido el detalle de poner una cadena en la zona más “pina” con lo que además no resulta en ningún momento expuesta.
Según atravesamos la muralla ahora en sentido contrario vemos toda la mole y las líneas abiertas, todas atractivas, todas vertiginosas y verticales.
Ahora toca la Fisura Murciana. La clásica por excelencia tras la Sherpa Guallart, o por delante, no se sabe.
4 largos sin desperdicio destacando la fisura de 6c del segundo largo y la de 6b del 3 largo. El último largo, de esos en los que unos disfruta como un enano, V, vertical y con fisuras y canto en sus 40 m. Una pasada de vía.
En la cumbre nos hacemos la foto de rigor y compartimos unos momentos de conversación con Carmen la vigilante forestal que desde su privilegiado otero está ojo avizor por si algo sospechoso aparece en la lontananza.
Por fin he escalado en Penyagolosa y mi compañero de escalada no ha podido ser mejor. El problema, ahora, es que en la pared hay más de veinte vías y a cual más atractiva. Y espero que lo lea Diego, hay una vía de A3+ que todavía no tiene repetición.
PS
Subiré las fotos pues merecen la pena, pero últimamente estoy abúlico. Será la astenia primaveral o los prolegómenos de la pitopausia …