Depredator: a la 5ª la vencida.

El lunes hablé con Ramón, todavía convaleciente de la gripe y aún echando lepros a diestro y siniestro. O yo me expresé fatal o el me entendió al revés. Pensó que este sábado todavía no saldría. Va pasando la semana, y a todo trapo intento recuperar el tiempo perdido en el trabajo y sigo sin sentirme bien. Llego a casa arrastrado y lo único que me pide el cuerpo es cama.
El miércoles volvemos a hablar y parece que sí, que al final bajaremos al Ponotx. Hablo con Diego y solo falta por confirmar hora y lugar. De la vía mejor no hablar, puede ser de mal fario mentar a la bicha.
El viernes por fin quedamos. Parece que vamos a Depredator, vía que ya he surcado dos veces y que en ambas ocasiones me ha parecido una auténtica cinco estrellas del Ponotx, aunque comentándolo con D. Manuel, el Máster del Ponotx no ha acabado de reconocerlo.
Vía abierta por el cuarteto más representativo de la década de los noventa y primera década del nuevo siglo. Sin ellos la historia del Ponotx estaría huérfana, incompleta. Autores de rutas audaces, de gran belleza y todas ellas fruto de un trabajo inmenso, poco reconocido y sufrido.
Tras volver de Montanejos, tras la apertura de mi última criatura, la primera en mucho tiempo, estaba yo en mis cogitaciones, previas a la obligada cena en familia. Leía un capítulo del último libro que ha caído en mis manos, mientras tanto mi hija mayor, solícita como siempre, iba a por el vino, no hay que perder las buenas costumbres, a la nevera. Tras aparecer por la puerta cuatro pitidos perforaron mis tímpanos. El martillo restalló sobre el yunque haciendo exclamar: “Lucía.¡ Te has dejado la nevera encendida! A lo que replicó: “No, papá, es tu móvil el que ha pitado.”. La réplica de mi hija me dejó por instantes en estado catatónico, intentaba ordenar a mis piernas que se movieran, pero no respondían, mi cerebro se había bloqueado. ¿Qué le había pasado a Ramopu esta vez?. La maldición de la torre de En medio. Una vez que la coordinación psicomotriz volvió por sus fueros, salí como alma que persigue el diablo en dirección al despacho. Sobresaltado e intentando evitar que algún latido destrozara mi caja torácica abrí el móvil.
Falsa alarma. El mensaje era de Diego preguntando si tenía que llevar cuerda. Le respondí una grosería. En realidad pretendía ser una broma, pero pronto colegí que no iba a entenderla, por lo que me tocó enviar un mensaje adicional.
Como habíamos quedado 4 de Valencia esta vez tocaba quedar en la rotonda de los anzuelos, Fisherman´s friend para los de hogaño. La hora, de señoritos: las ocho.
Llego un poco antes así que compro el periódico con la idea de culturizarme y estar al día. Ni los titulares me da tiempo a leer. Llegan Merli y Ramopu, y al rato, Jaime un tocayo que hará cordada con Merli en la Cosmos.
Salimos a toda viruta pues hemos quedado con Diego a las 8:45 en Oliva y ya vamos con el tiempo justo. El tiempo al salir de Valencia, nuboso. En Oliva, nuboso. Llegamos al Ponotx con el cielo: nuboso. Nada, nada que los del tiempo han dicho que a las 10 aclara. Pues ya son, es que a veces se retrasan, pues vale.
Repartimos material y para arriba. Hace frío, 10ºC marca el termómetro del coche. Yo voy doblado, el palizón de ayer se nota, y quizá los años, y quizá…
Llegamos a pie de vía. Toca repartirse los 9 largos. Al final los tres primeros, que intentaba evitar, me han tocado. Por listo.
Las otras dos veces no había llevado clavos, pero una mala experiencia de hace un año me convenció para llevar unos cuantos, por si acaso.
El primer largo tras superar un resalte fisurado ataca un muro muy vertical con dos clavos y algún paso fino. Tras el segundo clavo queda un tramo largo hasta el siguiente seguro. Meto un clavo para quitar algo de exposición, pero aún así queda aún un tramo expo. Si te caes la caída no prevé nada bueno pues una repisa 10 m más abajo no es lo mejor que te puedes esperar.
La vía se debe repetir poco, por no decir nada. Tengo que ir quitando vegetación y tierra de los lugares donde se supone que hay agarres y apoyos para los pies. Al final alcanzo la reunión. ¡Uff! El mal trago inicial ha sido superado.