okapi
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« : Abril 29, 2013, 18:37:42 » |
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Jamás había pasado por mi cabeza participar en ningún tipo de competición de escalada. Cierto es que uno, llegado el momento, cree tener bastantes cosas claras en la vida, pero al final es la vida la única que lo tiene claro y cuando quiere y a su libre albedrío te pone en su sitio. Hace unos meses me invitaron a una mesa redonda que se iba a celebrar en Calpe como parte de las actividades previas al rally de escalada de 12 horas del Peñón. Me sentí honrado de que contaran conmigo y acepté sin pensarlo. Durante el tiempo que ha trascurrido desde entonces han sido muchas las horas de escalada, y tras cada vía finalizada surgía la misma pregunta.: “Diego. ¿Nos apuntamos al rally?”. El Figura me miraba con expresión difícil de calificar. Siempre había excusas para proponer la decisión. Al final y tras acabar la vía en el Tozal conseguí que aceptara, aunque no creo que llegara a convencerle. Tras el frío y viento pasado en las últimas semanas en el Tozal no nos iba venir mal un día de escalada con ambiente tropical. Entre tanto Manolo Bernabeu me había enviado un correo proponiéndome escalar algo el viernes antes del inicio de la mesa redonda. Yo que soy fácil no dude en contestar afirmativamente y sentirme encantado de compartir cintas y cordel con una de las personas más representativas de la escalada en la Comunidad Valenciana e historia viva del macizo del Ponotx . La semana del rally las previsiones meteorológicas no eran nada alentadoras. Conforme pasaban los días la previsión cada vez, en teoría, más fiable daba pocas esperanzas de que el fin de semana se pudiera escalar. El jueves el cruce de llamadas entre Manolo y yo fue intenso pues no estaba nada claro que el viernes no fuera a caer el diluvio universal en Calpe. Afortunadamente tuve una tarde muy ajetreada de trabajo que me permitió evitar pensar en el tiempo durante más de 4 horas. Al volver al despacho todas las páginas web de previsiones ya no daban ninguna esperanza. Me puse el traje de lluvia, los escarpines para no mojar los pies y subido en la moto recorrí las calles de Valencia en dirección a casaque más parecían canales de Venecia. Varios automovilistas tuvieron a bien pasar por mi lado a grandes velocidades lo que supuso que fue rociado con masas ingentes de agua hasta empapar el acolchado de la nuca del casco. Cuando llegué a casa, mojado y con agua en los bolsillos de la chaqueta la decisión estaba tomada. El tiempo estaba imposible. Llamé a Manolo y le dije, que en el parking junto al antiguo bar La Gaviota podíamos quedar. Que la pasión supera con creces a la razón está plenamente demostrado, pero que aun a pesar de la edad se sea un descerebrado todavía es motivo de estudio. Tras dejar a mi hija en el colegio enfilé ruta hacia Calpe. En Valencia, a esas horas no llovía, pero fue alcanzar Gandia y la intensidad de la lluvia consiguió hacer que perdiera las últimas esperanzas que tenía ya de escalar ese día. Entre Gandia y Calpe cayó lo que no está en los escritos. Bueno, tomaremos café y charlaremos un rato, pensé mientras intentaba ver algo de carretera entre la densa cortina de agua. Al llegar al parking, nada más salir del coche noté algo frío en uno de mis pies. No había sido prudente y mirado previamente y lo primero que había hecho era meter el pie en un charco de más de 10 cm de profundidad. El día seguía en su línea, bien. Rápidamente localicé a Manolo y decidimos ir a tomar un café al socaire de alguna de las terrazas cubiertas que jalonan la calle de acceso al Peñón. Durante dos horas disfrutamos de una conversación agradable, pausada y relajada alrededor de varios cafés y una infusión. Como parecía que llovía menos decidimos dar un paseo hasta debajo de la siempre impresionante vertiente sur del Peñón. Todavía caían algunas gotas y la simple visión de la pared alejaba cualquier idea de escalar. Inopinadamente, cuando ya estaba todo claro, Manolo me propuso hacer el Ubsa. Como no podía ser de otra manera mi contestación fue inmediata y positiva. Me preguntó que hacía falta de material y le expuse mi teoría de las tres cintas. Creo que no le convencí, pero como cacharros no llevábamos con lo puesto nos deberíamos apañar. Cogimos los trastos y en un ratito estábamos en la base del Ubsa, no sin antes tener que hacer malabarismos para no irnos para abajo en la zona de tierra gravosa que saturada de agua formaba unas tortas hiper resbaladizas en nuestras zapatillas. Empecé yo el primer largo, algo mojado, pero como es tan generoso en cantos, con un poco de cuidado se deja escalar sin muchos agobios. Efectivamente 3 cintas fueron las usadas para proteger el largo y los siguientes.. De inmediato Manolo se plantó en la reunión y resolvió rápidamente un segundo largo aún más mojado con algunos tramos de lo más patinosos. El tercero nos deparaba un inicio chorreante de agua que corría desagradablemente por todo el antebrazo conforme agarrabas la roca. El diedro al estar más tieso estaba en mejores condiciones. Desde la reunión vi con agradable sorpresa de que el Navegante había sido reequipada. Las chapas del inox refulgían sobre una roca mate por la pátina de humedad. Tras hacer el rápel decidimos salir por Miserables, también reequipada. El último largo con el primer tercio empapado nos obligó a escalar con algo más de precaución, pero en menos de dos horas terminado la vía y disfrutado de nuestra primera escalada juntos. No sé cuantas veces habré hecho el Ubsa, de cuantas maneras y con cuantas personas diferentes, pero creo que nunca me cansaré de hacerla y espero que cuando las fuerzas me vayan fallando pues la naturaleza es sabia, y el paso de los años inexorable, aun pueda seguir disfrutando de esta joya patrimonio de la Comunidad de escaladores. Entre las violentas invectivas de las gaviotas iniciamos un rápido descenso. Tocaba tomar algo, una cerveza, algo más de conversación y luego subir al aula de interpretación de la naturaleza del Peñón para la mesa redonda. Siempre me he preguntado si se necesita una edificación, sea del tipo que sea, para interpretar la naturaleza. Aquí con el añadido que se construyó en la superficie donde previamente se había derribado la estructura de un “nunca” hotel por estar “Sin licencia de obras”. Ya contará el global moderator, Josem, lo que allí aconteció, pero creo poder afirmar que durante dos horas y media pasamos un buen rato. Un evento de estas características solo necesita un tema interesante, unos participantes con ganas de aportar algo, cierta dosis de contención, una pizca de humor, dos cucharas de atención y buen rollo a discreción. No arreglamos ningún problema, pero hablamos de lo que nos importa, nos gusta y tenemos interés en preservar. Un diez para esos héroes anónimos, o casi, que gracias a su perseverancia, esfuerzo y trabajo han hecho realidad un sueño: que en el Peñón se pueda seguir escalando y que muchas vías emblemáticas no hayan quedado pérdidas por la insidiosa corrosión marina. Buena oportunidad para poner cara a ciertos nicks del foro. ¡Ya tenía ganas, Makoki! Tras la mesa, que de redonda no tenía nada, pura retórica, tocaba reponer fuerzas y prepararse para la jornada sabatina. Las previsiones no eran muy optimistas, pero en ese momento de lo que se trataba es de seguir pasando un rato, ahora con la excusa de reponer fuerzas. En mi caso, maniático de la dietética que soy, la dieta fue rica y variada, orientada pues a una larga jornada de competición: Bocata de tortilla española tras la escalada del día, y para cenar tortilla española al plato, en ambas situaciones regada con unas buenas jarras de fría y espumosa cerveza. A las seis y poco suena el despertador. Tras un delicado proceso de deslegañado estoy en condiciones de libar algo de café y unas pastas de forma y sabor difícil de describir pero que sirvieron para engañar al estómago. A las siete y media había quedado con Diego en el puerto. Poco a poco las cordadas participantes iban llegando con no muy buena cara pues el aspecto del cielo auguraba de todo menos un día apacible. Con los trastos a la espalda nos encaminamos a la carpa instalada en el paseo de las baldosas. Nada más pasar el muelle del faro la lluvia empieza a caer con cierta intensidad. Hoy no escalamos es el pensamiento común. Nos arrebujamos como podemos debajo de la carpa. Nos comunican que dado las condiciones el inicio se retrasa, lo que me parece un eufemismo pues esto tiene toda la pinta de suspensión, pero habrá que esperar. En contra de las previsiones poco antes de las diez la lluvia se hace más fina. Se procede al sorteo. En nuestro caso y como somos novatos nos decantamos por la Nariz como primera vía. Por lo menos si caen chuzos de punta y nos da tiempo a llegar bajo el desplome no nos mojaremos. Foto de rigor, y en segundos dan la salida. Todos han salido en tropel. No todos, yo me quedo parado, el Figura ha desaparecido. Y yo que quería ganar… Al rato aparece tras haber dejado un camalot del 3.5 en el coche. Enfilamos la cuesta. Adrián ya anda por el segundo largo de Sin Permiso. Llegamos embarrados a base de pared. Mercury pelea en el primer largo de Revelación. Hoy no está aceitoso, está empapado. Diez metros a la derecha los vascos vuelan literalmente por Guillem Sendra, y eso que la roca está mojadita. Tras Mercury sube el Pelut y tras él lo intento yo. Tras varios patinazos, al entrar al diedro “milhojas” se me va el pie y zass! Para abajo. Empezamos bien. El agua me chorrea por las manos y tengo que recurrir a todo tipo de cochinadas para progresar. Al final consigo pasar y llegando a la reunión el Pelut, ingenuo de él, me pregunta qué si me sienta mal que me ponga un estribo. ¡Trae aquí, que verás que bien me viene! Ahí nos separamos. El segundo largo de la Herbes está también chorreando pero como tiene canto se deja escalar, y así ya sin mayores complicaciones nos plantamos en la base del desplome de la Nariz. Diego enchufa la directa, pero ni así. Ximo y Adrián ya han acabado Sin Permiso y en lo que hacemos 2 largos del desplome ellos se curran prácticamente toda la Herbes. Detrás como poseídos vienen los vascos saltándose reuniones y empalmando largos uno tras otro. En el lapso de tiempo que me cuesta escalar los dos últimos largos de la Nariz, Ximo y Adrián, han acabado Herbes han bajado y han subido por Costa Blanca. Tras cinco horas tocamos cumbre y con ellas las gaviotas vuelven a su siniestro juego. Una, no voy a calificarla, me hace un picado y me pega un golpe en el caso, prefiero no saber con qué. Diego que al principio llevaba mala cara, le dolía un montón la cabeza, cuando llega arriba está exultante y me pregunta si nos da tiempo a hacer Costa Blanca.” Claro que si, Figura” Contesto. Mientras bajamos dejamos bajar al vasco chiquitín que no para de correr. Llegamos al avituallamiento y ambos nos trasegamos dos Acuarius y dos plátanos. Tenemos ya gasolina hasta el final. El rincón de la valencianos está de lo más concurrido. Dos cordadas en Pilar López, Miguel y Juanjo en Virginia, nosotros en Costa Blanca y el presi del Club Alpí de Gandia y pareja (no de hecho) en el Ubsa. Mientras hacemos los tres primeros largos cae una fina lluvia que la brisa marina consigue evaporar antes que moje la roca. Cuando ya empezábamos a coger ritmo, dos ardillas, una de amarillo y otra con un caso naranja nos pasan por cuarta vez. Esta vez por los Miserables. Porque Ximo es más joven, más alto y fuerte que yo, que si no se iba a enterar.¡ Qué es eso de humillar a un escalador provecto como yo!. Rubayo y compañía salen de la Pilar, Miguel y David les siguen en corto. Aún queda una hora y cuarto al llegar arriba pero nos damos por satisfechos y mucho. Recogemos alguna que otra botella que algún marrano ha dejado por ahí e iniciamos el descenso. Por el control del pino comprobamos que no íbamos tan mal. Los terceros en ese momento nos sacan 2 puntos, pero no hay ganas y además no habíamos venido a eso. Llegamos abajo y tras plegar trastos compartimos unas cervezas con Miguel, Juanjo, Gonzalo, Alberto, Ängel y Belén ¿Puede ser? (Soy muy malo para recordar nombre, pido disculpas por ello). Al rato se nos une Cosme y señora. Estos ratitos lo valen todo. Poco antes de las nueve vamos a la cena. Ambiente agradable, distendido y muchas ganas de pasarlo bien. Tras la cena la gente joven decide ir a tomar unas copas a una disco cercana. Como quiero que se me pegue algo ahí voy. Al final, tras varias cervezas, muchas risas y una buena sesión de baile para bajar el grado de octanaje decido que ha llegado la hora de retirarme. Ha sido un proceso de selección natural. El de menos pelo ha sido el primero en caer. A las cuatro y media, bajo la inclemente lluvia busco un coche gris en una calle gris con luz mortecina. Menos mal que estos mandos a distancia identifican el coche solo pues yo me hubiera visto incapaz. Mi primera experiencia en un rally y ha resultado positiva. Solo agradecer a todos los que han hecho posible que unos cuantos pudiéramos escalar, beber y comer en condiciones. Un diez a la organización y un veinte a los que han soportado con paciencia y buena cara bajo un tiempo inclemente tanto en el control del pino o como en el inhóspito paraje del avituallamiento. Nunca se sabe, pero tengo claro que volveré. PS Hoy no hay fotos. Los vascos gritaron varias veces “Ostia” en cristiano. El diedro del segundo largo de Costa Blanca era una línea continua de magnesio. Algún marrano se olvidó de la educación y el respeto y dejó tirada una lata de Acuarius en la base de Valencianos que hubo que recoger. (Espero que lea esto y se ruborice) A las gaviotas no les gusta el rally. Me tocó un libro. Me lo dedicó el autor y dos personas más. Ahora tiene un valor incalculable. Si alguien lo quiere que puje en Christie’s Alguien me echó algo en la bebida, así que es posible que hiciera alguna tontería. Espero que no me lo tengan en cuenta los testigos. El presidente del Club Alpí de Gandia tiene cara de niño (Ya quisiera yo tenerla) El Pelut no para, o le patrocina Duracell o es primo de Chucky. Silene eres una preciosidad. Al César lo que es del César y a Miguel Costa Blanca.
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