Va a ser que D. Manuel no fue el único que salió a pared el pasado sábado y tampoco en lo que a piar se refiere.
Llevaba algunas semanas algo desanimado pues por mucho que intentaba ejercitar mi tobillo seguía sin parecer tal y sus dimensiones ciclópeas me hacían colegir que iba a ser tarea enjundiosa y difícil acoplar en dicho pie, valga la redundancia un pie de gato.
Desde que tuve el accidente he tenido claro que en cuanto estuviera en condiciones iba a volver a escalar. Lo que también me había propuesto y parecía tener prístino era lo de no había fecha de regreso.
Han ido pasando las semanas y la movilidad de la articulación hasta ahora era meramente retórica.
Cierto que al día siguiente de que me quitaran el yeso ya estaba montado en la bici y que esto me debía permitir recuperar musculatura y algo del fondo que seguramente habría perdido.
Iba a lo mío y cada vez las palizas encima de la bici han ido siendo mayores y el entumecimiento de mis “reales” cada vez mayor.
Qué decir de la rehabilitación pautada. Un desastre. Ni medios, ni actitud, ni ganas por parte de los rehabilitadores. Siguiendo esa línea uno puede eternizarse y enmohecerse y languidecer hasta la total desesperación.
Afortunadamente en cuanto tuve algo de movilidad llamé a Jose, además de estupenda persona y entusiasta escalador, es un competente fisioterapeuta. Así que quedamos y desde la primera sesión comprobé que la cosa iba a ser más lenta y dolorosa de lo que inicialmente hubiera pensado.
A la cuarta semana me atreví a bajar al río y probar a correr. ¡Correr! Por decir algo. La idea era hacer series de 30” corriendo y luego caminar un minuto y así hasta que el dolor me pusiera en mi sitio.
Como soy muy burro la primera sesión alcanzó los 80 minutos y terminó con una noche terrorífica intentando mitigar el intenso dolor con hielo, iboprofenos y algún que otro improperio.
En días así uno se empieza a plantear si no será verdad lo que te dices los compañeros y familia diversa, qué ya estás mayor, que eso de escalar es para gente joven, que me dedique a otras cosas.
El martes pasado tras una hora de intenso toqueteo por parte de Jose y aguantando el dolor de no sé qué manera, le planteé la posibilidad de volver a escalar, por supuesto de segundo y cosas fáciles y cortas.
Ya había hablado con Diego para que me sacara. La condición era ser bueno y obediente. Me daba igual que me daba lo mismo, era tal la incertidumbre que simplemente plantearme salir era ilusionante.
El viernes ya habíamos concretado la vía y de camino a una Escuela para hacer una gestión pasé por un búlder que hay en un jardín de la Universidad Politécnica. En ese momento varios chichos entecos, de piernas y brazos largos, pantalón corto y gatos ajustados probaban distintos bloques.
Yo con mis zapatos, vaqueros y cazadora me encalomé de los primeros agarres que pillé y durante unos minutos estuve haciendo el mono antes el asombro y preocupación de los allí presentes. Hasta oí un comentario de si estaba chalado y que me iba a partir la crisma. Poco me importó. Había apoyado el pie malo en varias ocasiones y la respuesta no podía ser más satisfactoria.
El viernes concretamos y aunque el día había sido bochornoso la previsión para el sábado era más suave (¡maldita previsión!)
A las ocho estábamos el Figura y el menda en Oliva. Cambio de trastos de un coche a otro y sin dilación hasta la pared.
La vía elegida, ideal, 300 m, con una horita de aproximación y prácticamente lo mismo de bajada y prácticamente desequipada. Para colmo cara suroeste y ni una brizna de aire para refrescar.
Diego toma el mando y una vez descubierto el inicio ataca con decisión y sin contemplaciones. No es fácil encontrar, a veces, el recorrido pues la ausencia de cualquier atisbo de equipamiento y la morfología particular de la roca no dan pistas.
Ya en la primera reunión miro serio al Figura y le digo que me encuentro bien, que voy a tirar de primero. Me mira algo pasmado, pero como sabe que soy cabezón como yo mismo no intenta discutir.
Pues oye, con el tobillo rigidizado por una estupenda tobillera, escalo medio dignamente y además soy capaz de concentrarme en lo que hago, así que empiezo a disfrutar.
Poco a poco vamos superando metros y tras soportar mucho calor y algún que otro momento de zozobra alcanzamos la cumbre.
La bajada será otra historia. Me he subido los bastones para ayudarme pero la vegetación hace que estos sean a veces más un estorbo que una ayuda. En cualquier caso, con cierta lentitud soy capaz de descender sin muchos problemas.
Al llegar abajo nos lo bebemos todo.
Llevamos unas cuantas horas, más de 6, desde que dejamos el coche por la mañana, y no noto excesivas molestias, muy al contrario creo que la escalada me ha sentado estupendamente y como rehabilitación para el tobillo la mejor terapia, y ahora lo digo sin ningún cachondeo.
Gracias Diego por haberme sacado a escalar y respirar. Lo necesitaba.
Parece que estoy de vuelta. No totalmente recuperado, pero si para escalar con ciertas precauciones y esto es una gran noticia.
Iba a lo que iba y no nos dio tiempo para hacer muchas fotos.
Aquí me podéis ver en un tramo fácil, pero bien equipado. No hace falta que lo digáis, parezco mayor, pero es que la inactividad casca mucho.
Diego que últimamente se ha vuelto muy serio encarando uno de los pasajes más delicados. Al llegar a pie de pared se dio cuenta que se había olvidado los pies de gato y un tirolés que estaba de vacaciones y que casualmente pasaba por allí le cedió unas botas ligeras de montaña.
Y como no podía faltar, la foto de cumbre.
Pues eso. Otra vez a la marcha.
PS
Ya lo tenía escrito de ayer pero como Matxinklimb ha estado estropiciado o al menos inoperativo pues en lista de espera estaba...
Saludos y buenas escaladas.
