Después de meses de bonanza meteorológica parece que este inefable invierno empieza a ir por donde tenía que ir: frío, viento e inestabilidad climática. Con tanta tecnología han fallado los “hombres y mujeres del tiempo” como en la vida, y es que los modelos, como simplificaciones de la realidad, a veces, y con demasiada frecuencia, fallan.
¿Y a qué viene tal diatriba sobre los meteorólogos alguno se preguntará? Fácil respuesta. Estábamos tan mal acostumbrados que los escaladores de sábado no teníamos casi que consultar la previsión, el tiempo iba a ser bueno. Bueno, hasta que dejó de serlo. Entonces vienen los nervios, la consulta constante a distintas webs, la espera interminable hasta que la información del tiempo llega, teniendo que tragarse todo tipo de fotos de paisajes de España, de ociosos, seguro, en busca de su momento de gloria.
Total que al final dos párrafos para concluir que el sábado no salíamos y lo dejábamos para el domingo que parecía un poco mejor. Por la tarde recibo un sms diciendo que Guerola nos priva del placer de su presencia así que cambiamos planes sobre la marcha. Como se prevé frío y viento, tres o cuatro croquis, material variado y ya veremos cuando lleguemos al Ponotx.
Hoy es domingo cuando suena el despertador a las 6. ¡Cuánto lo quiero!. Lo habitual a esas horas. Algo de desayuno, dos cafés para ver si consigo dejar de farfullar y recupero la coordinación psicomotriz pues tengo la mano izquierda retorcida por la espalda y enganchada en la axila derecha y me cuesta vestirme algo más de la cuenta.
A las 6:40 ya estoy en el coche. Enciendo la radio esperando culturizarme con Onda Agraria, pero son otros los temas que se tratan, el café no ha hecho efecto y no acabo de comprender nada. Si, aprendo que para la caza baja es mejor el Setter que el galgo y el podenco y que la caza furtiva es difícil de controlar pues el 80% del territorio nacional son cotos de caza. ¡El ochenta por ciento! Al final colijo que no es lo que esperaba que el programa se llama “Linde y Ribera” y que parece que va de otros temas.
En esas estoy cuando pienso que no debo saltarme la desviación a Albacete. Tarde, veo las torres de la fábrica del formaldehído y comprendo que me voy irremisiblemente a la autopista. Salgo por la primera que puedo y en la segunda rotonda pillo la de la derecha. Craso error, acabo en un campo de patatas algo embarrado del que me cuesta dios y ayuda salir. Al final, en una rotonda paro y veo a un caballero, algo perjudicado, con una botella de Beefeater medio vacía en la mano. Le pregunto para salir a la carretera de Albacete. Me sonríe, suelta un estruendoso regüeldo y dos sonoros pedos y con el dedo índice me indica al suroeste. Mira éste, eso ya lo sabía. Pero parece que surte efecto. No se como llego al McAuto de Xátiva a la hora prevista.
Me ha parecido ver entrar en su coche a Diego. Siempre puntual. No entiendo como con el frío que hace estaba esperando fuera.
Trasvaso los trastos a su coche y nos saludamos. De la comisura de sus labios veo caer una especie de sustancia blanca difícil de definir. Como soy un tío educado no digo nada. Al rato, Diego, poco aficionado a la pitanza, abre un envoltorio, se manduca 3 empanadillas y con una servilleta a cuadros rojos y azules - ¡Coño! Como las de la casa de mi abuela – se limpia la boca y de paso toda la cara.
“¿Qué hacemos figura?”. “Lo que tú quieras, mestre”. Veo que así no llegamos a ninguna parte y cambio de tema.
En Benilloba hace un frío del … que le enfría a uno el refajo. Tomo mi lixiviado habitual y Diego mezclado con un coloide blanquecino que llaman leche y a su mixtura: cortado. Como está calentito espero que me entone para las curvas del puerto de Confrides.
Tras varias curvas, recurvas y más curvas decidimos hacer, si el tiempo nos deja, varias vías. La idea es empezar por Pequeña pero Juguetona, luego seguir por Dolors, y si quedan ganas meterle a Mamantial.
Pasadas las ocho y media llegando a Polop compruebo que Pequeña… ya está a la sombra. Primera opción descartada. Llegamos al parking y hace sol pero también viento y el frío muerde. Nos encontramos a unos murcianos que van a ir a Titanic y sale el tema del “innombrable”. Uno dice que la mayoría pensamos parecido respecto al tema. Eso quiero creer yo, pero una cosa es la teoría, y otra la práctica.
Subimos sin dilación pues hay que aprovechar todo el sol que nos quiera bañar. Decidimos entrar primero a Dolors. Como Diego es uno de los artistas, me deja el primer y el último largo.
La verdad es que una vez a pie de pared uno ve el muro por donde discurre e impone. Roca de calidad excepcional, vertical al principio y luego ligeramente desplomado. Voy resolviendo el libre, poco a poco, y mejor de lo esperado. Cuando mi grado no da para más saco los ganchos y al ataque. Un tramo de artificial en donde los ganchos entran a cañón entre clavos da paso a una salida en libre sobre una roca gris de ensueño y en donde hay que dar un pequeño apretoncito. Llego a la reunión, encantado. Acabo de hacer uno de los mejores largos del Ponotx en tiempo. Cuando me aseguro, Diego me dice que se ha olvidado los pies de gatos, que le asegure bien que sube. Le digo que no sea bestia, que así no va a disfrutar nada, que baje a por los gatos a coche, que yo en la reunión estoy bien.
Afortunadamente me hace caso. ¿Será la edad? Mientras el baja a toda viruta, yo aprovecho y saco “El País” para ponerme al día. Vana ilusión, la primera ráfaga me arranca las primeras páginas y lo que consigo retener al vuelo acaba hecho un gurruño imposible de desplegar. ¿Por qué no me habré traído el IPad? Hoy hubiera sido la ocasión ideal… (El problema es que primero me tendría que comprar uno).
Diego, que parece que se está preparando para los próximos rallies en ciernes, baja y sube en ¡18 minutos!
Desde arriba le hago alguna foto en la senda como prueba de su olvido. No solo los mayores de cincuenta sufrimos con el alemán…
El segundo largo ataca un muro rojo ligeramente desplomado y prácticamente equipado, algo más difícil de lo que pone en el croquis (siempre según nuestra opinión).
El tercero supera unos diedros, también más difícil que lo que marca, pero que se hace bien y que permite disfrutar como cosacos.
Hemos llegado a donde la matan. El cuarto largo tiene de todo. Una salida espectacular a proteger, una zona intermedia aérea y divertida. Un muro desplomado que se supera en artificial sin agobios (creo que ya algún máquina ha pasado en libre) y por último un tramo vertical por una fisura que se ensancha y luego se ciega para por tramos con mucho ambiente llegar a la salida de la ferrata.
Conclusión: Vía cinco estrellas, el primer y cuarto largo de lo mejor que hay en el Ponotx. Quizá lo que le falta a la vía son metros, pues uno querría empalmar otros 4 ó 8 largos así, pero la pared es la que hay.
Arriba el viento arrecia y se hace más patente el frío. Sin dilación iniciamos el descenso. Ya a pie de rapel le digo a Diego que vayamos a echar una mirada a “Pequeña pero…”. Allí vamos. La vía se ve imponente, pero el viento sopla igual y cuando tocamos la roca para ver qué hacemos comprendemos que será otro día el que nos vea surcar esta apetecible vía.
Por hoy la escalada se ha acabado. Tampoco está mal. Llegaremos pronto y en casa se alegrarán.
Aprovechando el croquis que hizo en su día el gran Manolo he rectificado sobre el mismo las graduaciones tal y como nosotros las vimos (Opiniones y gustos como culos, creo que así se expresó con sabiduría un día Cosme)
Al llegar a Xátiva me despido de Diego y cuando ya no me ve me voy directo al McDonalds. Al entrar veo en la caja a Lucas y voy raudo a saludarlo. Le pido un Mcflurry con chocolate caliente y m&ms. Cuando voy a pagar, Lucas interesándose por lo que hemos escalado se entera que he ido con Diego. Cuando oye su nombre, le cambia la cara y me dice: Diego vino esta mañana, poco antes de las siete y media y pidió el mismo McFlurry que tú.
¡Ay qué dolor!
¡Ay qué dolor!
