Tras cinco meses de ominoso paro tocaba volver a la vida, ir olvidando lesiones, dolores y “terrores” y salir del agujero negro que supone la inactividad indeseada.
En el interín he sufrido viendo la escasa actividad en el foro. Cuando no escalo, no participo pero no resisto la tentación cotidiana de entrar y ver lo que hace la gente y de alguna manera seguir “conectado”.
Sin entrar en largos cincunloquios si quisiera expresar lo que Matxinklimb ha supuesto para mi desde que hace tres años retomé esta actividad que a todos tanto nos apasiona.
No ha sido una inagotable fuente de información sino la puerta de acceso para conocer mucha y buena gente que de otra manera no hubiera sido posible. Paso a paso, semana a semana, el virus del foro se fue inoculando en mi interior y lo que en principio fue curiosidad se convirtió en necesidad.
Cada lunes leía con fruición todo lo nuevo y disfrutaba con las actividades que se contaban, al principio por personas desconocidas para mi, pero que poco a poco fueron haciéndose cada vez más familiares.
He tenido la oportunidad de contar mis batallitas, escaladas, historias y en ocasiones participar en agrios debates y algún que otro desencuentro, pero al final me ha hecho sentir como parte de un gran grupo de amigos que compartimos la misma pasión.
Que Matxinklimb se hace entre todos esta fuera de toda discusión, pero es más, es nuestra responsabilidad participar y mantenerlo vivo pues de lo contrario perderemos todos, los que estamos y los que vendrán.
No quiero ponerme ni serio ni trascendente pero creo no equivocarme al afirmar que para una gran mayoría es una fiesta cuando aparece un nuevo “post”. Si es una apertura de relumbrón, una actividad descollante allende los Pirineos o cualquier escalada por nuestra tierras, es lo de menos. Lo importante es saber compartir nuestras actividades.
El sábado ya más pasado, en plena “Semana Santa” quedé con el Figura para hacer algo por el Ponotx. Los ya mencionados cinco meses, mi lamentable estado de forma y una indeseable mochila de forma tórica que rodeaba mi abdomen no hacían presagiar un comportamiento digno en pared.
Como ya es costumbre habíamos quedado en Xátiva a la siete. Un desolado McAuto era el lugar de encuentro. Por una vez llegué antes que el Figura lo que me permitió deglutir sin pausa y con prisa un par de hamburguesas con queso donde el kepchup resbalaba lúbrico sobre los bordes del pan, y para no varias chorretes de mostaza de color indefinible resbalaban por mis ahora mis prominentes belfos. Un batido de frutas, chocolate y vainilla rematado por dos helados de algo meloso y plagado de tropezones me hizo colegir que la pitanza había sido excesiva y que tarde o temprano lo iba a pagar. Lo que primero que pagué fue la abultada cuenta, sin ya ningún descuento por que aquel chico majo que trabajaba aquí y por las noches leí mis piadas, se había hartado del trabajo y ahora recitaba mantras en algún recóndito paraje del Pirineo aragonés.
Tras dos escandalosos regüeldos que alertaron a una pareja que ajena a toda mi vorágine se solazaban en un Bmw (los tiempos de Simca 1000 pasaron a la historia) vi aparecen a Diego derrapando en la rotonda y depilando las piernas a un pobre ciclista que tuvo la desgracia de pasar por ahí en ese momento.
Tras los saludos de rigor, Diego dudó si dejarme sentarme a su lado o meterme en el maletero cuan oso o muñeco Michelín. Al final como muy en el fondo tiene su vena tierna me dejó subir a su lado.
A las ocho y poco, o algo más ya estábamos en el parking del Ponotx. Primera sorpresa, nadie conocido y la poca actividad que ahí se vivía era de gente que se preparaba para ir a la Ferrata.
Sin nadie a quien darle a las sin hueso iniciamos la aproximación a pared. De buena mañana el sol ya apretaba y no había que ser adivino para saber que nos íbamos a cocer en pared.
La ruta elegida : Rolling Stone. Vía muy poco repetida, de dificultad asequible y perfecta para practicar el noble arte del cacharreo. En nuestra opinión mejor que su vecina Flor de Luna, pero como no tiene parabolts ni reuniones “potentes” se repite poco. En cualquier caso quien quiera dar crédito a mis opiniones y no la haya hecho que le eche un tiento y pasará un buen rato.
Al fin había roto la muro y había vuelto a escalar y encima para mi sorpresa no me había arrastrado de manera innoble por la pared.
Curioso que en plena “Semana Santa” solo hubiera dos cordadas en pared. Una en los Catalanes y nosotros.
Punto y seguido.
Como el futuro no está escrito, afortunadamente, los planes cambiaron y para mi fortuna a última hora del viernes Diego me llamó para decirme que estaba disponible. Pensat y fet. Al día siguiente a mi querido Peñón. La vía elegida la Revelación.
Es fácil que sea cosa de la edad, pero esta vía, cada vez que la repito me gusta más. Creo que hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto de una escalada en pared. En 4 ½ h estábamos en la cumbre tras haber atravesado el paño más espectacular del Peñón. Hay vías más difíciles, más comprometidas y duras, pero en mi opinión la Revelación es de lo mejor que hay en el Peñón. Su recorrido sinuoso pero inteligente te va abriendo un camino asequible e inesperado hacia la ansiada cumbre. Si la Miguel Gómez durante años fue la clásica por excelencia, la degradación de la misma debido al paso de cordadas la han hecho un pelín desagradable en sus largos superiores, la Revelación es sin duda la gran clásica del Peñón en la actualidad. Todos los largos (
tienen su atractivo. Los primeros te hacen entrar en calor, los intermedios disfrutar de la escalada peñonera para finalizar con tres espectaculares largos que te dejan un gran sabor de boca.
Lo bueno además de esta cara del Peñón es que desde ahora y hasta el verano se puede escalar en sombra y con una temperatura ideal hasta la una. De hecho nosotros hicimos toda la vía en sombra disfrutando de un soleado día y un primer largo inusitadamente en condiciones ideales, seco y con la suficiente adherencia para apurar hasta donde te dé el grado.
La escalada nos dejó un gratísimo sabor de boca. Ya abajo y tras dejar los trastos en el coche disfrutamos de unas cervezas con la buena gente de Calpe, Adrián y compañía (disculpas por no recordar el nombre de todos) y sobre todo hablamos de lo que más nos gusta: Escalar.
Y hasta, espero, la semana que viene…