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Autor Tema: Espolón del Esparrets:magnífica aventura.  (Leído 8954 veces)
ramopu
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« : Octubre 05, 2014, 14:30:45 »

Acabo de llegar del Espolón ESparrets: buena aventura nos hemos pasado Jaime y yo.

Es una vía muy buena, física, paisaje, etc...

Jaime en cuanto sus obligaciones laborales le dejen contará la aventura.

Gracias Hugo por prestar atención en el percance nocturno que tuvimos.
Hugo Merle estaba con Nasta y Sergio haciendo la misma vía.

Creo que hemos descubierto una nueva bajada rápida al glaciar del Perdido. Intentaremos dibujarla y ponerla aquí. Puede ser una alternativa a una realización en el día de la actividad: coche-coche desde el Parador nos costó 15 horas ( le podemos quitar 1 hora en dos embarques nocturnos).

Los crampones para zapatillas de la Señorita Sonia nos fueron de puta madre para esquivar el laberíntico glaciar (abierto en casi su totalidad).

La repetición se la dedicamos al Figura de la Costera (Diego Cháfer) que está convaleciente de la espalda. Tuvimos muchas referencias al mismo durante la escalada.

Salut

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natx
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« Respuesta #1 : Octubre 06, 2014, 09:43:32 »

felicidades!!!!
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ramopu
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« Respuesta #2 : Octubre 06, 2014, 11:23:34 »

Gracias Nacho de parte de Jaime y mía. El relato lo contara Jaime, en cuanto pueda que tiene que dar muchas clases hasta el miércoles.
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okapi
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« Respuesta #3 : Octubre 14, 2014, 19:17:42 »

¡Echaros a temblar!  Sonreir Sonreir Sonreir Sonreir

Hacía mucho tiempo que no “mojaba” fuera de la Comunidad. Entre unas cosas y otras, entre pitos y flautas, el caso es que nunca se materializaba ningún proyecto.
Mientras tanto mis dientes crecían y mis entrañas crepitaban cada vez que Makoki nos regalaba estupendos reportajes, ora en Todra, luego en el valle de Aspe, en otras zonas de Pirineos u otros lugares para mi tan lejanos y deseados.
El caso es que desde principios de septiembre teníamos pensados subir a Pirineos, pero el tiempo no solo no se aliaba sino que nos castigaba duramente. El levante un calor y humedad que hacían que todo ejercicio resultara sofocante y agobiante. En Pirineos, casi todos los días lloviendo. Así fin de semana tras otro el tiempo pasaba y la amenaza de otro sueño frustrado se acrecentaba.
Por fin las previsiones mejoraban y parecía que el primer fin de semana de octubre las condiciones serían adecuadas. Eso, parecía. Diez días antes me avisan que el miércoles día 1 me van a tajar la boca. Los años y los malos cuidados me obligan ahora a gastarme los cuartos y para empezar dos implantes en la encía superior. Me dicen que el domingo anterior empiece a tomar antibiótico.
Hablo con Ramón el día anterior, mi intención es salir el viernes pero no sé como me dejarán tras la intervención. Además sospecho que el antibiótico me va a dejar hecho unos zorros, pero la oportunidad no la voy a desaprovechar.
El miércoles salgo del dentista con unos cuantos euros menos, 10 puntos más y una bolsa de hielo sobre mi mejilla derecha. Tras tres horas hurgándome en la boca, la implantóloga, que así se hace llamar, me dice que dieta blanda, seguir con los fármacos y que nada de deporte. Le pregunto que si puedo correr. ¡No! En absoluto. No debes practicar ninguna actividad. ¡Estate diez días parado, que no te vendrá mal!. El panorama lo pinta gris. Cuando ya no se que argumento utilizar le pregunto:  ¿Puedo pasear por el monte?. Me responde, que si, que eso si que puedo hacerlo. Está claro, el viernes me voy a Pirineos con Ramón.
Y por fin enfilábamos hacia Pirineos. La ruta elegida El espolón de Esparrets al Monte Perdido. La paliza estaba asegurada, pero íbamos cargados de ganas y desde muy jovencito, creo que el libro de Bellefón de las 100 de Piris cayó en mis manos sobre el año 1976, le tenía ganas. La foto de la arista y sobre todo del escalador atacando el muro del último resalte no me cuadraba con el grado de dificultad de la vía. Pero todavía tendría que esperar unos 38 años para comprobar en vivo ambos pasajes.

Llegamos al parador de Pineta a buena hora y antes de las once estábamos en el sobre con intención de dormir lo máximo posible. Y digo con intención pues siempre hay “garrulos” que a la una de la mañana llegan, montan un escándalo que para qué y encima con toda la sorna de que son capaces de tan las buenas noches.

A las cuatro y media ya estamos amaneciendo. Un rápido y frugal desayuno y a las cinco estamos en marcha.
Había subido a Pineta hace 32 años y me sonaba, pero difícil era que recordara algún detalle, por lo que nada más salir nos equivocamos. Pasamos por el parking del parador y por un lindero buscamos la senda de Pineta. Tras quince minutos de bordear un torrente que nos alejaba cada vez más de la senda llegamos a una represa imposible de vadear y ahí damos la vuelta.

Tras otros tantos minutos conseguimos cruzar el cauce y pillar la senda buena. Antes de cruzar el puente que nos pone en margen izquierdo del Cinca (Según el sentido del agua) nos cruzamos con Hugo que, corriendo, baja hasta el coche pues se ha olvidado el material ¿?.

Tras quince minutos nos encontramos a Nasta y Sergio, aburridos y esperando la llegada del tercero en discordia.
Nosotros, ya sin pausa pero sin prisa, hacia arriba. Como la noche es cerrada la cabeza va gacha y el frontal ilumina unos pocos metros por delante.
Llegados a un punto la senda se pone tiesa y sin pensarlo dos veces seguimos al recte. Sin darnos tiempo a entender por qué la senda desaparece y nos encontramos con un embudo rocoso que poco a poco se va empinando. Al final tenemos que utilizar las manos para trepar por la zona más escarpada. Nos hemos alejado de la senda y lo peor es que estoy totalmente desubicado. La noche es cerrada y por una franja herbosa llegamos a otro resalte que atacamos frontalmente. La cosa se pone seria. El muro se pone vertical y los agarres empiezan a escasear. Al final jugándome un ostión de antología llego alcanzar una rama de un pino colgante que aso con mimo para que no se quiebre. Tras superar este tramo, otros pinos ahora más robustos me permiten llegar a lugar seguro.
Ramón, con buen criterio, ha dicho que por ahí no pasaba, ha bajado y se ha dedicado a buscar la senda.

Desde la franja donde intento recuperar el resuello veo los frontales de Hugo y compañía. Estoy tan desorientado que pienso que están fuera de la senda ya en dirección al Espolón. No veo ni oigo a Ramón, y mientras bebo un poco me noto totalmente derrotado. Me he quedado sin fuerzas y para colmo hemos perdido cerca de una hora en el marrón que nos hemos metido.

Al final veo a Ramón bastante por debajo yendo hacia una senda, que todavía en mi equívoco creo que sube a Esparrets. En realidad es la senda de Pineta que quedaba a izquierda de donde nos encontrábamos y no a la derecha como yo pensaba. Cuando alcanzo a Ramón cayo e intento seguir su paso. Si en ese momento hubiera sido consciente de lo que me quedaba por subir hubiera dado inmediatamente la vuelta. El antibiótico de los … había conseguido reventarme antes de hora.
Ya una vez amanecido veo los interminables zig zags que suben hasta el balcón de Pineta. Yo voy con un pajarón de mucho cuidado y cuando cruzamos algún riachuelo le digo a Ramón de parar a coger agua. Me dice que espere, que en Pineta tomaremos agua del canal de desagüe del lago helado (lo de helado como veremos luego es una sutil ironía).

Tras 4 horas llegamos al balcón de Pineta. Atravesamos las distintas ondulaciones que nos separan de la falda de la cara norte y aprovechamos para coger agua y beber.

Llegando a la base de los resaltes a la izquierda de la cara norte tomo una franja herbosa pensando que me llevará hasta las pendientes que bajan del puñetero espolón. Ramón, otra vez como mejor criterio, sube a la franja superior donde encuentra unas fitas que le conducirán hasta un rapel instalado con dos parabolts ¿?
Yo siguiendo con mi particular vía crucis llego al final de la franja y compruebo que no hay paso, que o me toca desandar lo hecho o le hecho morro y tiro al recte por un muro tumbado que parece que me conducirá sin demasiadas dificultades a la franja superior. Como no es mi día me encuentro haciendo pasos de IV, IV+ a pelo, con zapatillas y con pasos de adherencia cada vez con más vacío por debajo de mis pies. Tras unos 60 m de escalada en la que he comprado unas “cuantas papeletas” llego hasta el lugar donde está Ramón, Nasta y Sergio. Como no quiero esperar me tiro por la canal y destrepo a todo trapo hasta llegar donde se encuentra Hugo. Desde aquí se ve ya el Espolón. Quedan unos 15 minutos todavía de dura subida.

Resaltes rocosos. A la izquierda, escondido, está el espolón de los Esparrets.


El espolón después de la canal con el rapel equipado.

Y unas edelweis que no supe valorar cuando las tenía a mi lado yo medio acalambrado.


Mientras espero a Ramón me empiezan a dar unas rampas en los aductores que me dejan totalmente paralizado. Tengo que moverme antes de que me agarrote del todo. Inicio entonces el último tramo hasta llegar a la base del espolón.



A las 10:30, cinco horas y media después de haber salido del coche y antes de que las rampas vuelvan a por mí, inicio la escalada del primer resalte.
Como hoy no es mi día, cuando voy a buscar el caso para ponérmelo compruebo que no lo llevo. En primera instancia pienso que lo he perdido, que tras el marrón de la subida y tras parar a beber lo he dejado fuera de la mochila y ahí se ha quedado. Físicamente estoy hecho una piltrafa pero además escalar sin casco y en particular en este ruta no me hace ninguna gracia, vamos, que ninguna…

El espolón en si tiene 4 resaltes rocosos separados por tramos de arista de menor dificultad pero con roca de peor calidad.
Salvo en la primera reunión donde encontramos 2 clavos ya no volveremos a ver ningún tipo de equipamiento hasta el último resalte.

Ramón escalando los diedros y canales del primer resalte.

Tras el primer resalte una canal más sencilla nos pone en la base de una placa fracturada orientada al norte.

No resulta fácil hacer tramos en ensamble pues las cuerdas se atascan en cualquier fisura, resante o fractura de la roca. Al final para hacer una tirada de 80 m no me queda más remedio que no meter nada. El terreno no es difícil pero conviene ir con cuidado pues la roca a tramos no es muy fiable. Tras escalar la placa fracturada en diagonal a la izquierda se accede a la arista horizontal que conduce al inicio del segundo resalte vertical.

Ramón saliendo de la placa y ya en la arista.




El segundo resalte supera un muro vertical totalmente desequipado aunque los cacharros entran a cañón. En cualquier caso el tramo no baja de Vº.

Ramón en el segundo resalte.





Como soy muy “pesao” y esto empieza a parecer la obra del Escorial. Me tomo un merecido receso.
Continuará…
« Última modificación: Octubre 14, 2014, 19:21:44 por okapi » En línea

OkSal
okapi
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« Respuesta #4 : Octubre 15, 2014, 12:51:36 »

Tras el segundo resalte viene un tramo de trepada sobre bloques y canales por la vertiente izquierda del espolón hasta salir a otra arista menos afilada que nos pone en la base del tercer resalte. Otro largo de unos 80 m, se puede fraccionar evidentemente, sencillo pero al que hay que prestar atención al frecuente enganche de las cuerdas.

El tercer resalte supera un muro vertical, también limpio, que nos pone en la base de una aguja desde la que se efectúa un rapel de unos 15 m. Dos cordinos, ahora en estado decente, y un mallón permiten la maniobra sin problemas.

Ramón en el tercer resalte.




Moles rocosas en la vertiente norte del espolón.

Conforme avanza el día las nubes van apareciendo y se acrecienta el riesgo de alguna tormenta vespertina.

Llegamos al 4º resalte, en más largo, 80 m y más difícil. El de la foto del libro de Bellefón. Montamos la reunión de dos Friends y tras un franqueo a derechas se accede a un diedro sobre roca de calidad que ya no dejaremos en 50 m. Es el largo más difícil con diferencia (Vº mantenido con varios pasos de V+). En alguna descripción hablan de un bloque empotrado, pero yo no lo vi. En este largo la roca es excelente y encontraremos algunos clavos (4 me parece recordar). El resto se protege bien con cacharros.
Secuencia de fotos del resalte principal:







Hugo en la repisa tras el resalte principal.

Quien le da a este largo IV+/V como he visto en algunas descripciones o iba “fumao” o no ha hecho la vía.
Al final del largo se abandona el diedro para alcanzar una buena repisa a la izquierda con un paso de salida fino.
El siguiente resalte, vertical como los anteriores, mantiene el estilo, limpio y sobre roca fracturada de buena calidad.


Hugo desde el último resalte.


Tras este resalte y después de superar una zona de bloques se accede a la famosa, aérea y fotogénica arista de los Esparrets. La escalada es vertiginosa y tiene algún que otro pasito en la zona intermedia. No pasará de IV, pero ir por el filo de la arista y tener que bajar en una brecha intermedia con patio a los dos lados impone. Este largo también lo hemos hecho ensamblando al final saliendo de unos 70 – 75 m.








La arista desde la chimenea de salida.

Tras el largo de la arista me hago una foto para comprobar la pinta de hecho polvo que llevo.

Queda la chimenea de salida, rota y más de IV que de III, pero no vamos a discutir con los grados.
Al salir de la misma, en teoría, tal como indican las distintas descripciones de la ruta la escalada se ha acabado y toca seguir unas gradas herbosas para alcanzar las pendientes que primero bajan de la espalda del Esparrets y luego del collado del Monte Perdido.
Como al salir sigo viendo roca por encima de mi decido seguir escalado. Al final hacemos dos largos más (unos 100 m) sobre roca buena a tramos y muy mala en otros con casi nulas posibilidades de protección y con pasos de IV. Eso si acabamos justo en la Espalda del Esparrets. En cualquier caso estos dos últimos largos no aportan nada y son totalmente evitables.
Al final todo acaba.

Con Ramón en la Espalda del Esparrets

Al final hemos hecho 12 largos (4 con ensambles), unos 600 m de escalada y algo más de 400 m de desnivel desde el inicio del espolón.
La vía es más difícil de lo que pone en todas las descripciones que he leído. En nuestra opinión es MD de alta montaña. Es una vía comprometida. No hay buenas reuniones, y en caso de tener que abandonar por mal tiempo o por otro percance la retirada es más que delicada. O se destrepa o uno se deja toda la artillería en el intento. Nosotros llevábamos cinco clavos en la mochila, que tampoco creo que hubieran servido para mucho pero ahí estaban.
Según me voy desencordando voy dándome cuenta de lo hecho polvo que estoy. Miro a la cumbre del Perdido y veo unas diminutas figuras que ya abandonan la cumbre. La perspectiva de pegarnos el palizón hasta la cumbre no nos tienta nada.
Cuando llega Ramón le pregunto qué piensan hacer Hugo, Sergio y Nasta. Ramón me contesta que tienen intención de pernoctar en Goriz. Se me iluminan los ojos. Le planteo a Ramón la posibilidad de descender por el glaciar de la norte hasta la normal francesa. Al principio me mira raro, pero enseguida la idea le seduce.
Cuando el trío que viene por debajo nos confirma que van a Goriz la decisión está tomada. Estamos a muy finales de temporada y las pendientes que suben hasta el collado del Perdido son de piedra pequeña y tierra negra qué a cada paso que das bajas dos. En esas condiciones la subida puede resultar de lo más agónica.
Tomada la decisión, son algo más de las 14:30, hemos estado unas 4 horas en el espolón y nos quedan unas cinco horas de luz. Así que hay que ponerse en marcha. El primer paso es encontrar por donde acceder al glaciar sin que la apertura de la rimaya nos impida el paso.
Tras franquear una pendiente hacia la derecha veo una canal que acaba en uno cono de deyección justo sobre la rimaya. Parece que todos los detritus que por él caen hace accesible el paso. Sin dudarlo me lanzo a la pedrera y al principio sin mucho control me dejo llevar por la caída de piedras sueltas. Según llego al estrechamiento donde hay un pequeño resalte consigo frenar y saltar éste sin dificultades. Estoy sobre el graciar, pero sobre una capa de tierra que nos permite ponernos los crampones sin problemas.
Vista de la cara norte por donde nos toca bajar.


Ramón en la canal de acceso al graciar

Hace un año Ramón le compró a Sonia dos pares de crampones para zapatillas “Pocos años Feber”. Ha llegado el momento de comprobar hasta qué punto son útiles.
Y Ramón mostrando los inmaculados crampones.

Mientras Ramón baja, me pongo los susodichos y me voy a la nieve dura para probarlos. ¡Muerden estupendamente!
Una vez ambos pertrechados empezamos a atravesar el glaciar sin perder mucha altura. Ramón propone bajar en diagonal atravesando una zona de hielo verde. Yo prefiero seguir manteniendo la altitud hasta alcanzar las gradas rocosas del lado derecho de la cara norte.
Hago caso a Ramón y tras pasar algunas grietas semi cerradas llego a otras que se van abriendo y que nos impiden el paso. Toca recular y volver a la idea original. Poco a poco vamos atravesando el glaciar cruzando franjas de hielo verde que nos obligan a prestar la máxima atención.
Bajando por el glaciar.



En un momento dado uno de mis pies resbala y puedo pararme con el piolet casi de juguete que me ha traído Ramón. Cuando miro el crampón veo que una de las fijaciones se ha roto. La anilla que sostiene lateralmente las puntas frontales ha cortado la goma y las puntas han quedado sueltas. Con un cordino consigo hacer un apaño y continuar el descenso.
Al final tras algo más de una hora llegamos a las franjas rocosas. Echamos una mirada y rápidamente encontramos las fitas y luego los círculos naranjas que indican la bajada.
El lago helado no helado del Marboré desde Pineta.

Vista de la cara norte una vez efectuada la bajada donde a la izquierda se aprecia el cono de deyección por el que accedimos al glaciar.

Nos queda un destrepe por la vertiente norte hasta una canal donde hay dos rápeles equipados, pero que no usamos pues se baja estupendamente destrepando.

A las cinco y algo estamos en mitad del “plateau” de Pineta, recuperando líquidos, relajando la tensión y recuperando ánimos para afrontar los todavía 1400 m de desnivel que nos quedan hasta el coche.

Atravesar la altiplanicie hasta el balcón y el inicio del descenso nos cuesta cerca de una hora, y eso que parece que está ahí al lado.

Son las 18:17 cuando iniciamos el descenso por los interminables zig zags. Bajamos ligeros y yo no paro de darle vueltas a la cabeza de qué ha pasado esta mañana para que hayamos perdido la senda.
Cuando llevamos unos 2/3 de la bajada Ramón me indica los resaltes rocosos por los que hemos pasado esta mañana. Me quedo “ojiplático”. Para habernos matado. Todavía pasarán unos minutos hasta que descubramos la razón del embarque.
Unos minutos después se aclara el porqué del embarque. En un punto la senda giraba a la izquierda y en recto seguía otra que fue la que tomamos y la causante del embarque. Lo curioso del caso es que a tres metros a nuestra izquierda quedaba un cartel indicativo hacia el lago de Marboré que no vimos. Íbamos con la cabeza gacha y no se nos ocurrió mirar a otro sitio que al frente. Por qué poco esto no acaba en tragedia.
Al final llegamos al coche ya totalmente de noche. Para evitarnos unos interminables minutos más decidimos vadear el río y en este caso la suerte nos acompaña y encontramos las suficientes piedras donde apoyan para no mojarnos.
Han sido más de 15 horas y media de paliza, pero ha merecido la pena. El resto es el inicio de la siguiente…

PS
Me ha llamado la atención que la descripción de la vía que aparece en varios libros o es la misma o resulta tan difusa y confusa que da que pensar. Los grados que dan están por debajo de la realidad, la dificultad global también y salvo en la descripción de Ravier que indica con cierto detalle el acceso desde el Balcón del Pineta en el resto la información es de muy poca utilidad.
Una observación. En alguna guía dice que se puede acceder directamente por las fuertes pendientes que bajan del espolón antes de llegar a Pineta. Esto solo es posible si se accede a principios de temporada, junio o principios de julio, pues para optar por esta opción debe ser de día para poder ubicar el espolón y encontrar el paso entre franjas rocosas. En este caso es posible que se requieran solo tres horas de aproximación, pero seguro que penosísimas pues implican salvar un desnivel cercano a 900 m por pendientes pronunciadas de pedreras infames en donde el avance resultará de seguro muy desagradable.
Si se quiere ir de seguro lo mejor es subir al balcón de Pineta y de ahí atravesar el techo hasta los resaltes rocosos a la izquierda de la norte hasta encontrar unas fitas que ya sin pérdidas nos conducirán al rápel que hay en la canal y desde cuya base ya se divisa el inicio del espolón. En este caso prever de 4 a 5 horas mínimo de aproximación.

La bajada por el glaciar resulta recomendable si uno se quiere evitar la paliza de la subida a la cumbre y los días acortan. En nuestro caso nos permitió hacer casi todo el descenso con luz de día. Un descenso de la cumbre anocheciendo cuanto menos se me antoja delicado y muy susceptible de perder la buena traza en cualquier momento. En fin, espero que esta información final sea de utilidad. Si me animo y soy capaz intentaré dibujar un croquis de la ruta.
« Última modificación: Octubre 15, 2014, 12:56:36 por okapi » En línea

OkSal
makoki
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« Respuesta #5 : Octubre 15, 2014, 21:59:27 »

Muy buena actividad, menudo palizón para hacerlo en el día..  Impresionado
Igual se podría subir al collado de añisclo y cruzar por la faja de los maquis hasta pie de pared, aunque no tengo nada claro que se ahorre tiempo, en cualquier caso es una zona que conviene conocer antes de meterse a las bravas...
Sin duda, los esparrets es una de las grandes vías pirenaicas, de las que hay que hacer (y una curiosidad geológica, con su roca arenisca). Que envidia y que cosa, oyes... Giñar

Enhorabuena, y a ver si nos vemos pronto
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josem
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« Respuesta #6 : Octubre 15, 2014, 23:21:28 »

Joer Jaime, eres más duro que los antibióticos!!! Gran actividad pirenaica, bien documentada e ilustrada, esta piada es de las buenas buenas, gracias por hacer el esfuerzo de compartirla, enhorabuena por el megapalizón. Desde luego, yendo por el Balcón de Pineta o por el Collado de Añisclo el desnivel a superar es brutal, vaya subidones ambos dos.

Saludos.
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josem
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« Respuesta #7 : Diciembre 30, 2014, 09:34:06 »

Otra de las grandes piadas del año 2014, una auténtica reseña sobre una vía histórica del pirineismo. Empezada por Ramopu pero trabajada por Jaime, quien, además de trabajarse intensos textos, en los que cuela sensaciones personales mezclados con datos objetivos de la vía, tuvo a bien ilustrarnos con cantidad de imágenes esas descripciones.

Una básica para el que quiera repetir esa joya de los Ravier!!

Saludos y próspero 2015
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iglesiavieja
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« Respuesta #8 : Junio 01, 2015, 10:35:41 »

a algunos nos vendría bien ese crokis jaime , y enhorabuena por la gran clásica .
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