No sé muy bien la razón pero me apetecía repetir la Silphara. Quizá hayan pasado ya muchos años desde que surqué por primera vez esta magnífica roca. Entonces, la vía tenía su “mito” y alguna que otra historia de miedo era contada en los mentideros de la escalada.
Recuerdo que en los días previos haber imaginado con pavor la laja precaria del largo siguiente al diedro de la media luna, dudando si sería capaz de pasar por allí.
La repetí un día de enero de hará ya más de 30 años. Aquel fin de semana una ola de frío asoló la península y durmiendo cerca del Mascarat llegamos a ver charcos helados y algún carámbano formado con las lluvias de los días anteriores.
Mientras nosotros peleábamos con denuedo con los primeros largos, el primero lúgubre y tétrico, el segundo un goce para los sentidos, un grupo cada vez más numeroso se concentraba en la acera del puente siguiendo los preparativos de las cuerdas para el “puenting” más famoso de la época.
Quizá resulte ya en estos tiempos increíble pero la Guardia Civil paraba sus motos en el puente y departían cordialmente con los “aguerridos” que en pocos minutos iban a degustar el sabor acre del miedo. Eran otros tiempos.
Recordaba pocos detalles de la vía. Quizá el más vívido fue la caída que sufrí en el largo previo al diedro fisura como consecuencia de estar más pendiente de un amigo que en ese momento se tiraba desde el puente que de la uña de la que me iba a colgar. Me subí al estribo, pero la uña seguía en mi mano por lo que giré sobre mi mismo y caí de cabeza. Afortunadamente una universal que previamente había “estacado” paró la caída.
Del largo más emblemático no recuerdo nada. Si, que lo subí todo en artificial pero cualquier otro detalle había sido borrado totalmente de mi memoria.
Al fin llegué a la laja precaria y aguantando la respiración me apoyé en la misma. Desde abajo parece que el viento la va a desgajar, pero una vez sobre ella uno comprueba que es mucho menos precaria de lo que parece y salvo que alguno pretenda tirarla a propósito todavía seguirá muchos años ahí.
Le propuse a Diego la idea y la aceptó de inmediato. Entraríamos desde el puente pues el primer largo requiere ser restaurado para que se pueda pasar por el mismo.
El sábado salió soleado. Todo apuntaba a un agradable día de otoño con un sol benevolente que ya no abrasa sino entibia el ambiente.
Diego comenzó la faena y enseguida comprendimos que la vía, injustificadamente, ve pocas repeticiones en los últimos tiempos.
El equipamiento es vetusto, escaso y en la mayoría de los casos poco fiable. No obstante, la roca ofrece bastantes posibilidades para la protección mediante cacharros varios.
Diego en el primer largo desde el puente.
La primera reunión se hace en una oquedad. No hay nada y a parte de cacharros, un pirulo de roca permite montar una reunión aceptable.
Mar de nubes y rocas.
El segundo largo busca la placa gris a la izquierda de la cueva superando en vertical el muro compacto. En este largo hay, creo que un clavo y poco más. El resto se lo va protegiendo uno al gusto.
La reunión se hace en otra cueva donde hay un clavo roñoso y un spit casi mimetizado con la roca. Vamos una asquerosidad.
El siguiente largo franquea el borde izquierdo para coger una canal con tendencia a la izquierda rematada por un muro compacto que se escala de izquierda a derecha.
El cuarto largo es el diedro fisura de la media luna. Con diferencia el mejor y más difícil de todos. Roca de calidad, verticalidad, y posibilidad de meter me todo a cañón.
Lo encadené a vista por lo que dudo que el grado sea el que indica Mercury en su libro (7a). ¡Ojo! 6b tampoco es. Algo más, pero no sé, pues yo de grado voy justito.
Aquí una secuencia de fotos que me sacó el Figura y que como me salió me da mucho gusto verlas.
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silphara al mascarat
silphara al mascarat
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El siguiente largo sube por un diedro de lajas invertidas para alcanzar la famosa laja precaria, que no lo es, y superarla de izquierda a derecha. A partir de ahí supera otra canal para salir al espolón que separa la vertiente noreste de la este.
El figura bajo la lluvia pasando por la laja precaria…
Aquí empezó a llover y no paró hasta que llegamos arriba. Afortunadamente la roca por estos lares es de una calidad excepcional y hasta en mojado “agarra”.
Diego terminando sobre una roca totalmente empapada.
En definitiva 6 largos de categoría y totalmente recomendables.
Y la inefable foto de cumbre.
Ya solo queda animaros para que repitáis una vía tan buena y disfrutona. Lo que ha quedado puesto ya ha sido dicho por lo que huelga insistir sobre ello.
Saludos y buenas escaladas.
PS
Se me olvidaba.
Material utilizado: 1 juego de camalots hasta el 3, juego de tótems, repitiendo alguno, 1 juego de aliens y 1 juego de empotradores. Con 10 cintas va uno que se mata. Conviene llevar cacharros repetidos pues la mayoría de las reuniones o hay que montarlas o reforzarlas.
Llevábamos 5 clavos y un mazo por si las moscas. Y vino bien. Ahora creo que ya no es necesario.
PS
Se me olvidaba lo mejor. En la foto recuerdo que se llevó Diego al hacer amago de pillarse de un cordino anudado a un clavo…