Cuando llega la canícula parece que es momento propicio para materializar las escapadas previstas durante el resto del año. Se produce entonces una diáspora de escaladores que buscan marcar nuevas muescas en su historial, o simplemente climas más benignos para la práctica de la escalada.
Ultimamente mis proyectos se habían quedado en eso, en nada. Un año por lesión, otro por trabajo y así encarrilaba una ominosa racha.
Pensaba que este año iba a ser más de lo mismo. Pirineos, Picos o Alpes deberían esperar. Y los años van pasando y las fuerzas van menguando …
Hace diez días tenía bastante claro que agosto se presentaba como otro periodo de frustración, pero como la vida te da sorpresas, y a veces, hasta agradables, surgió la Quedada y las ganas de escalar volvieron como un exiliado que nunca piensas que va a volver.
Mes y medio de inactividad me habían vuelto a poner unos cuantos metros por debajo del suelo, todos los agarres insuficientes, mis antebrazos se hinchaban más que los pechos de las actrices y modelos de moda, y mi moral caía como la bolsa de Atenas en plena crisis.
En eso que me proponen ir al Picu. La compañía no puede ser mejor, las propuestas se irán concretando. Mi problema es que o resolvía rápido mi execrable estado de forma o iba a tener que llevar una estática para poder subir con bloqueadores por cualquier ruta.
Para este sábado, Diego me comenta ir a Cabeçó, a hacer algo equipado y rápido y poder escapar en hora a los rigores de calor. Le replico que prefiero hacer alguna vía donde pueda cacharrear y me permita en cualquier caso darme un baño de realidad y saber hasta dónde puedo llegar.
Decidimos ir a la Directa Agulló Pomares. Hablamos de qué material llevar y a qué hora quedaremos para allegarnos al Cabeçó.
El viernes por la noche no puedo conciliar el sueño y no pienso en otra cosa que llamar a Diego y decirle que no estoy preparado para la vía. Pasa la noche y con ella mis miedos.
A las siete menos cuarto ya estoy recogiendo a la pareja estrella: El Figura y Dani Tatxa “The Fast”.
Una vez pasada la Carrasqueta nos encontramos un paisaje espectral. Las nubes bajas acarician la ladera sur del puerto. En la lontananza el sol empieza a bañar la cumbre de Aitana.
Paramos a tomar un café en el bar que hay mitad del puerto. Nos quedamos tiesos. La temperatura es inusualmente baja para estas fechas y acostumbrados a las actuales tórridas temperaturas nuestros cuerpos reaccionan mal.
Ya en el parking bajo un cielo totalmente cubierto de nubes amenazantes repartimos material e iniciamos la aproximación. La humedad es altísima y hace que llegar a pared estemos sudando como pollos.
Empieza el espectáculo. El primer largo sirve de calentamiento y nos pone bajo una imponente placa gris que a continuación habrá que franquear.
El largo empieza por una zona roja hasta alcanzar un clavo y tras unos pasos desplomados toca ya colgarse de los pedales. Empiezo nervioso y titubeante. Hace ya más de seis meses que me rompí el tobillo y todavía me duele una barbaridad, de hecho, algo no va bien y después del verano lo tendré que mirar. Al colgarme de los primeros cacharros el sabor acre del miedo llena toda mi boca. Miro a la derecha y solo veo una placa infinita, lisa y vertical. A unos metros veo , tras varios oteos, la cabeza gris de un buril totalmente mimetizada con la roca. Me pongo en primeros y todavía tengo que apurar para poner un gancho sobre una gota que no veo pero que mis dedos inspeccionan. Tras ésta, otra y alcanzo el primer buril. De este al segundo tengo que volver a ganchear. Entre el segundo y el tercero veo un agujero blanco con polvillo donde seguro han puesto antaño algo. Lo limpio. Intento meter una punta y nada, un plomo y no agarra pues sigue habiendo una pátina de polvo que resisten a mis intentos. Cuando no sé como pasar veo arriba a la derecha una pequeña oquedad, cabe la yema del dedo índice, y me hace ver la luz. Ahí pongo el plomo. Lo estaco a conciencia de tal forma que exteriormente quede a ras con la superficie de la pared. Lo pruebo y aguanta. Arriba. Llego al tercer y más roñoso buril. Tras este hay un plomo roñoso con el cable en horizontal. Lo pruebo y como aguanta no me planteo cambiarlo. De ahí en primeros estaco un clavo bajo un tronquito y otro tras hacer tareas de desbroce en una virilla en diagonal. Salgo en libre y tras unos pasos finos alcanzo la vira que me conduce a la segunda reunión. Uff!. Me ha costado. Llego totalmente empapado pero con varios puntos de autoestima recuperada.
En el segundo largo.
El siguiente supera unas placas chulas hasta alcanzar un gran pino y tras una travesía montar reunión en otro más pequeño. Como el equipamiento es inexistente hay que buscarse la vida e ir limpiando el recorrido ahí donde la vegetación complica o impide el paso.
A partir de aquí coge la cabeza de cordada Diego. El cuarto largo supera una placa vertical que sale en libre pero la falta de equipamiento obliga a Diego a clavar y colgarse de una uña.
El siguiente largo, común con la Venganza del Sol, es el más pródigo es seguros. Más difícil de lo que marca el croquis, pero esto ya es otro tema.
La parejita feliz en la quinta reunión:
Nos quedan dos largos, que a priori, solo a priori, no deberían dar mucha guerra. Nada más lejos de la realidad. El sexto largo supera un diedro ciego a veces con una entrada dura y expuesta para luego salir del mismo mediante un franqueo a derechas del todo espectacular. Largo duro y obligado, donde la colocación de material flotante no es fácil.
En el sexto largo:
Al llegar a la sexta reunión Diego me pide los clavos. No se fía de lo que queda, y bien que hace.
Tras superar una llastra desplomada por su derecha se accede a una fisura semi ciega donde se concentran las máximas dificultades. Este largo, sin duda, es el más difícil con diferencia. Libre duro, con tramos expo y difícil de proteger. Y seguro que por encima de 6b. Nada de asequibles 6a.
Durante toda la escalada el tiempo ha sido benigno con nosotros y cuando el sol debía habernos abrasado una brisa continua y diversas masa de nubes nos dan sombra y tregua.
Tras 7 horas y algo alcanzamos la cumbre. Contentos y conscientes de haber hecho una de las mejores vías del Cabeçó en su estilo.
Bajamos por el barranco del Vidrier ya bajo un sol de justicia. En el parking nos encontramos con el inefable Cosme, al que le falta tiempo y manos para ofrecernos unas cervezas frías. ¡Qué tío más grande!
Igual que en otros deportes a veces lo mejor es el tercer tiempo. Ese rato que pasamos departiendo con los amigos y disfrutando de unos momentos de plática y risas.
Recogemos trastos y volvemos a casa. Ahora si el tiempo nos respeta nos espera el Picu.
Saludos y buenas escaladas.
PS1: Vía Directa Agulló Pomares. 300 m. 6b/6b+ A2+
Material: 6 ó 7 clavos: 3 universales, 2 uves, una u media y una pe.
Juego completo de aliens, tótems, camalots hasta el 3 y llevar 2 plomos por si las moscas. Están puestos pero el último ya tiene sus años.
En la vía encontraremos 4 buriles sin chapa, tres en el segundo largo y uno en el último. También encontraremos algunos clavos viejos, pero pocos. Vía en general desequipada.
PS2: Nivelón el que tenían los aperturistas. Con clavos y empotradores se curraron una señora vía. Una muestra de que había escalada de mucho nivel en la provincia de Alicante antes de la llegada del parabolt.
PS3: El Figura está más fuerte que el vinagre. Ya veremos cuanto tiempo pasa hasta que me jubile y se busque una más joven. Dani “the fast” puso la guinda a la tarta. Sin duda el trío “prefecto”