Hay algo que tienen los croquis de Don Manuel que a uno le entra la ansiedad y no para hasta encontrar hueco, acomodo y compañero para recorrer los oníricos paños de roca entreverados de placas, canales, fisuras y diedros.
Cuando hizo la repetición y me envió el croquis ya me llamó la atención. Por entonces mis lumbares se negaban en redondo a mis propuestas mentales por lo que ni lo guardé en la carpeta adecuada.
Llegó septiembre, los dolores no remitieron, pero quizá si fui capaz de pactar y que ciertas partes de mi cuerpo firmaran una tensa tregua. Ello iba a suponer abuso de iboprufeno, pero a ciertas edades uno ya sabe.
El Puig Campana es quizá la montaña de mis sueños infantiles y juveniles. No había día que no la viera desde mi lejana ya Alicante e imaginara mil ascensiones por sus pedreras y paredes. Durante décadas la cara oeste quedó en un injustificado olvido y toda la actividad se centró en la zona sureste.
Mi primer contacto, ya tardío fue a finales de junio de 1996. Repetí la Entorns con cuerda simple y haciendo el rápel como indicaba en el croquis, de 40 m, lo que nos dejó en una canal cerrada de difícil acceso y más complicada salida. Recuerdo entonces haber escalado largos muy expuestos con dificultades considerables y con la zozobra de si por allí podría pasar. Al final todo quedó en una anécdota desagradable y aprendí que no había que fiarse de la información, que mejor mirar antes de continuar.
Pues eso que el sábado nos plantamos en Finestrat y tras un café más bien vomitivo, subimos hasta el exiguo parking que ha quedado y nos pertrechamos para la ascensión.
Nos decantamos por entrar por Niño Bravo, pues no la conocía y así tendría otra perspectiva de la parte inferior. En cualquier caso decir que el primer largo de la Ros Gregori es un V+ como una catedral y que no entiendo la decotación, a veces indiscriminada, de vías clásicas que además fueron correctamente cotadas.
En el primer largo de Niño Bravo.
Por cierto, que aquí pasa lo mismo. Ya me extrañaba a mí que Emo hubiera sobre cotado el primer largo. Es un largo serio y de 6ª con poca discusión. Pero en fin, en esto de los grados siempre estamos igual.
Tras llegar al final del tercer largo queda una larga trepada por la Espasa de Sant Jaume hasta el inicio de la canal de acceso a Matar o Morir.
Makoki se preguntaba como habían resuelto los primeros largos de la canal. La respuesta es evidente: Por la canal. No hay otro paso.
En el segundo largo ya va buscando las placas, fisuras y diedros que quedan a la derecha de la canal.
En estos largos se nota que la labor de desbroce y limpieza de bloques y demás ha debido ser titánica. Según íbamos escalando pensábamos en la currada que se había dado el aperturista y colaboradores y nos asustábamos cada vez más. Por la magnitud de la faena, vamos.
En el tercer largo.
La vía va ganando en calidad y dificultad según van pasando los largos. En los primeros la escalada es rara, hay que ir con cuidado pues como se apreciará en las fotos, hay buenos repisazos.
A partir del 4º largo cambia la escalada y la pared se empina más aprovechando fisuras y diedros para progresar.
Hasta el momento la vía está bastante equipada y solo es necesario completar el equipamiento en algún punto. Como escalamos a la sombra, aunque la temperatura no es que sea fresca la escalada resulta agradable. En cualquier caso, para estar a la sombra sudamos exageradamente.
En el cuarto largo.
En el quinto largo.
Tras el quinto largo viene la “canal selvática” como la denomina Don Manuel, que supone un tramo de unos 30 m, más largo de lo que el croquis deja presuponer. A partir de aquí la roca cambia radicalmente, el tipo de escalada también y la cosa se pone bastante más seria.
El sexto largo supera unos muros verticales, con buena presa pero sin respiro para alcanzar dos cuevas que se encuentran en la parte final del mismo.
El séptimo, parece ser es el que da el nombre a la vía. Empiezo por una placa vertical con gotas de agua y lajas con agarre lateral que te van fulminando los antebrazos. Llego apretando pero encadenando hasta el mentado clavo orientado a los infiernos. Como mi grado habitual a vista no es 6c+, no dudo en colgarme del mismo y antes de poner el gancho salvador, empiezo a dar saltos como un gorila sobre el pitón para testar su resistencia. Si se sale la caída será corta y espero que limpia. Ni se salió, ni se quejó, ni na de na. Y eso que hice el gorila sobre él todo lo que pude.
Esto que valga para futuras ascensiones. En mi opinión el clavo si protege y además llegar al siguiente parabolt no es lo más difícil del largo.
Tras algún apretón más salgo a terreno más fácil y para mi desgracia ya bañado por el sol vespertino, pero más propio de agosto que de octubre.
Agobiado tras el séptimo largo.
En octavo largo sigue un sistema de fisuras que si bien quizá no resulta el largo más difícil, si que es el más duro y obligado.
No llevábamos el camalot del 4 y la verdad es que hace falta. Hay un tramo obligado entre dos bolts donde hay que hacer una bavaresa salvaje y donde la caída es “dolenta” si no se protege con un cacharro grande. Ramón ahí le echó redaños y pasó jugándose una buena hostia.
Saliendo del 8º largo
Nubes bajas sobre alicante
El último largo de dificultad, en noveno, tiene un apretón de principio que a Ramón y a mí nos pareció más difícil de lo que marca el croquis, pero ahí queda. Quizá ya el sol me empezara a reblandecer los sesos.
Este largo tiene 50 m, y llegando a la reunión te crees que la salida está a 10 m. Como no era cuestión de que Ramón se currara el paso duro en ensamble tomé el buen criterio de montar la reunión donde tocaba. Menos mal pues aún quedaba más de 30 m hasta donde se puede decir que acaba la vía.
En el Largo 10 y último.
Entorns desde la salida.
Como no podía faltar la foto de cumbre donde nunca salimos bien, pero que ya va siendo tradición… Un día practicaré a poner cara de foto…
Al final 7 horas, para un total de un montón de metros y una vía que realmente está muy bien.
Enhorabuena a los aperturistas pues el curro que se han dado ha sido de órdago.
Hacia el Portell.
Y sólo quedaba bajar hasta el Carreró y luego bajar hasta el coche… Menos mal que solo quedaba…
Al llegar al Carreró le propongo a Ramón subir hasta el collado y bajar por la senda de la cara norte que rodea al final toda la oeste. Las vistas y el recorrido merecen la pena pero quizá no fuera el recorrido más apropiado para un día de fuerte calor. Primero 100 m de desnivel hasta el collado y luego una bajada que, por lo menos a mi, se me hizo interminable. También es cierto que al acabar el largo noveno se me había quedado la lengua pegada al paladar de sequedad y así siguió hasta que pude volver a hidratarme en la Font del Molí
La cara oeste desde el norte
La cara oeste desde el sur
Atardeciendo sobre el Cabeçò
Al final tras más de horas y veinte de haber empezado a bajar llegábamos al coche. Cansados, deshidratados pero satisfechos.
Y es que la Oeste del Puig Campana es lo más alpino, con diferencia, de todo Levante. O eso me parece a mí.
Saludos y buenas escaladas.
PS
Respecto al material recomendamos el camalot del 4 para el octavo largo. Repetir números en nuestro caso no fue necesario, pero ya se sabe que cada uno equipa según su criterio y sus necesidades.