Unos tienen suerte y se pueden ir todo el largo fin de semana. ¡Que envidia!
Otros, sin embargo, debido a nuestras obligaciones familiares (derechos ninguno). Inciso: Espero que esto no lo lea mi jefa pues no vuelvo a tocar pared en la vida... En fin, a lo que iba, que ya llevaba tiempo sin piar, por falta de actividad y porque la hecha no me había satisfecho debido a mi precario estado de forma del inicio de año. Años, teclas y otras historias que obligan a recuperar lo que con tanto esfuerzo se ha conseguido. Nada nuevo en este deporte, y por desgracia, en ninguno.
Mientras Ramopu y compañia hacían planes para su fructífero finde, a mi me tocaba buscarme la vida para salir a pared. Menos mal que el inefable Fredo estaba al quite y siempre presto a cualquier actividad. Teníamos pendiente desde el día 7 de enero darle un tiento a Cocidito Madrileño. Yo ya había hecho cuando se abrió, pero la verdad es que me apetecía repetirla y compartirla con savia nueva.
Como nuestros conspicuos gobernantes se han empeñado en hacernos la puñeta todo lo que puedes, ahora toca llenar el coche para ir a mi querida Alicante. El gasoil y los peajes hacen demasiado oneroso viajes en pareja, aunque los dos tenga pito.
Al llegar al parking, dos agradables encuentros. Jose Quesada al que no veía desde hace mil años y con el que me fundí en un caluroso abrazo y Pascual "biberón" que a mi no me reconoció por calvo y yo a él por "algo mayor" y que lo digo con respeto y cariño. Arreglamos el mundo en unos minutos y cada uno decide ir a la faena.
Parecía tener gafada Cocidito. Nada más salir del parking un cordel con un aviso de ¡No escalar! en la zona de las Hadas, Cocidito, etc…” pues se estaba equipando una vía y se iban a tirar bloques ¿?
En principio desconcierto, pero decidimos ir para arriba. Al empezar a subir nos topamos con un tío con un petate autor de la citada nota. Nos dice que si vamos rápido …
En ese momento no queremos otra cosa que escalar así que no se plantea otra cuestión, pero mientras subo la cuesta le doy a la perola y me planteo qué derecho tiene nadie para restringir la escalada por el hecho de equipar una vía y más en un fin de semana largo que es de prever más gente de la habitual. La cuestión daría para varios “posts” pero que cada uno saque sus propias conclusiones.
Llegamos a pie de pared, repartimos los largos porque vamos tres (más bien los otorgo) y empezamos la faena. Día fenomenal con un sol espléndido y viento moderado. Se suceden los estupendos largos. En paralelo siguiendo la vertical de una cuerda estática sube el autor del cartel (creo que se llama Mavil, o por lo menos eso pone en su camiseta). El a lo suyo y nosotros a lo nuestro. No hay problemas, si tira algo a nosotros no nos afecta, pero si que dará un buen susto a Biberón y compañía que abren vía por la zona de la Orión.
Llegamos al largo de 7c y a mi me entra la risa. No es que tuviera intención de forzarlo, pero tal como lo veo saco el pedal y no pienso en más.
Fredo que últimamente entrena como un poseso ataca el 7c con maestría, con movimientos audaces, pequeño de estatura, se mueve con la agilidad de un gato. Es impresionante, usa los pedales con maestría, y eso que solo lleva unos meses usándolos.
Cuando nos toca, yo generoso le digo a Manolo, poco ducho en el uso de la pedala y las viejas artes del artificial le digo que se fije, que no tire de brazos. Le da tiempo a poco pues tal como me cuelgo desaparezco. Manolo debe pensar que de menuda ayuda le he sido.
Atacamos los últimos largos ya sin la presencia inquietante del hombre de la estática (con todos mis respetos). Fredo que está muy fuerte se trajina el 6c+ del penúltimo sin un mínimo jadeo. Luego lo de siempre, que es más fácil, que si tal, que si pascual, pero en definitiva el resto nos hemos trincado y el ha pasado en libre.
Tras 6 horas de escalada iniciamos el descenso no sin lío de cuerdas en el rapel de arriba.
Bajo como un poseso por el runar cuando me encuentro a Toni y compañía que sale de la Cataluña. Le veo una sonrisa cómplice y le propongo que bajemos por la ferrata. Dicho y hecho. Ahí vamos ahora los cinco, el último rezongando, bajando muertos de risa y desandando el camino hecho por otros.
Al final un día completo de escalada rematado con unas cervezas en Polop.
Si alguien pensaba que mis circunloquios habían llegado a su fin, estaba en un craso error.
Los tapieros montanejeros atacan de nuevo…
Y ahora si la tecnología lo permite: sesión de fotos.