Previo a la dominación romana de la península ibérica, las zonas más agrestes e intrincadas del territorio estaban organizadas en tribus. Tanto Vascones, Cántabros y Astures se dedicaban a la caza y a la cría del ganado, siendo su agricultura de mera subsistencia. Los cántabros, habitantes de la zona meridional de la montaña, eran montaraces, guerreros y hábiles cazadores. Si bien en aquella época las luchas tribales eran habituales, entre las tribus de la zona se habían creado alianzas de no agresión, y no era raro su unión para hacer incursiones en la meseta castellana en busca de cereal y lana.
Los cántabros aprendían desde pequeños a usar las herramientas de caza con destreza y habilidad. El uso de puñales pequeños y ganchos de toda índole era material de aprendizaje obligada para los vástagos varones de la tribu. El paso a la edad adulta implicaba demostrar su valentía y fortaleza sobreviviendo durante un tiempo en el monte y luchando contra diversos animales salvajes que amenazaban las aldeas. El joven cántabro en un rito iniciático debía traer la piel del animal (habitualmente un lobo) tras haberse alimentado con sus entrañas.
La dominación romana duró casi dos siglos, encontrando especial resistencia en las irreductibles tribus del norte de España. No obstante, el espíritu cainita de la piel de toro era propenso a la traición y algunas tribus cayeron bajo las cohortes romanas, solo tras haber sido sorprendidas y atacadas por guerreros de otras tribu, otrora amigos.
En muchos casos, aunque los romanos tendían a arrasar todo a su paso, conscientes del valor de los guerreros cántabros, pactaban con los mismos su sumisión al César a cambio de la paz para sus familias y aldeas. Surge la figura del Soldurio, guerrero que juraba al César obediencia a cambio de la salvaguardia de sus familias. Su valor y entrega en el combate rápidamente los hizo legendarios y eran muchos los generales y próceres romanos que requerían sus servicios.
Muchos de ellos alcanzaron fama y tras guerrear en múltiples campañas fueron liberados. Algunos se establecieron en la antigua Roma, otros en las tierras conquistadas. Unos pocos volvieron a su tierra, a su tribu, a su hogar.
Cuenta la leyenda que hubo en especial un cántabro de talla colosal, especialmente dotado para la batalla, noble y bonachón, que tras sobrevivir en la campaña africana volvió y decidió bajar a tierras más cálidas. Aquel gigantón de lengua mordaz y socarrón hasta el límite le quedó el apelativo de : El Último Soldurio. Poco se supo más de él, salvo que le llamaban Ortiz y que con puñales cortos y ganchos de carnicero era capaz de subir por las quebradas más vertiginosas y difíciles de la montaña cántabra. Dicen que su enorme fortaleza era tal que sostenido tan solo de sus recios brazos ascendía por enormes riscos que ni las cabras osaban en ollar.
La leyenda pasó de padres a hijos, y así de generación en generación hasta llegar a nuestros tiempos.
Ortiz, el último soldurio, añorando sus montañas cántabras, allá por el siglo XX, tal y como recuerda la leyenda, surcó con destreza y una osadía que rallaba la arrogancia distintas vías en la Sur del Benicadell, dos de ellas en solitario.
Esta piada seudo histórica es un homenaje al padre de la vía Nico, objeto final de esta piada, y padre del verdadero último soldurio: Iker que sin haber pasado el rito iniciático de la edad adulta ya se tutea con los octavos.
Tras haber repetido “Eclipse” Diego y yo habíamos hablado sobre el tema y parecía que la temporada de artificial y vías comprometidas había llegado a su término. Ahora tocaba escalar en libre, disfrutar de vías equipadas y de otras no tanto, pero que ofrecieran posibilidades de subir sin tanto cacharro y sin recurrir a otras técnicas que el noble uso de las extremidades y de vez en cuando de lo que apoya sobre el tronco.
La siguiente semana subí a Xátiva a hacer algo de deportiva con el Figura. Mientras nosotros peleábamos con 6b+ y algún 6c, apareció Ortiz con Iker para probar otra ruta de 8a.
Tras la escalada, y después de echar unas risas, Ortiz nos empezó a pinchar. Qué cuando vais a ir a la Nico, que ahora la hacéis corriendo, que no os va a costar, que cuando mejor. Total que tras toda la tabarra y como no nos gustan los líos el sábado estaba ya decidido. Iríamos a la Nico.
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
La Sur del Benicadell. Zona de la Nico y la Hale Boop
Como es habitual a las siete, Diego ya estaba como una estaca en el parking del McAuto. Ahora quizá más desierto que en invierno, quizá también debido a que las negociaciones no se cerraron con buen pie, y los asiduos se habían puesto de nuestra parte.
Tras tomar un café en Beniarrés subimos con el coche hasta el final de la rampa y ahí preparamos el material. Resultaba chocante que con un día espléndido y el sol ya bañando nuestros cuerpos el frío fuera todavía intenso. Pensamos que conforme pasaran las horas la temperatura iría subiendo y el ambiente llegaría a ser agradable para escalar.
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
Tras la infame cuesta el frío había pasado a un segundo plano. Le tocaba empezar a Diego. Curiosamente en esta época del año la orientación del sol hace que la zona por donde va la vía quede en sombra hasta casi las 11 de la mañana.
El primer largo supera un muro vertical que si bien tiene bastantes piezas aún obliga a poner más de quince cacharros y ganchear sobre emplazamientos no demasiado buenos. Me llamó la atención que a mitad de largo Diego se pusiera el cortavientos, mala señal.
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
Tras algo más de dos horas me tocaba a mi subir. Estaba helado, y eso que ya a esa hora el sol me daba de pleno, pero un viento helador no paraba de soplar.
Tras llegar a la reunión comencé el segundo largo. Primero supera un muro muy compacto a base de expansiones para luego con aliens y ganchos superar un tramo delicado. Por último un gancheo difícil de ver presenta el último escollo para alcanzar la reunión. Tras llegar a ella me tuve que poner toda la ropa que llevaba encima. No obstante, a los pocos minutos, el fuerte viento me había dejado como un polo y desde ese momento no paré de temblar.
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
No hubo mucho que discutir cuando Diego llegó a la reunión. Nos bajábamos. En esas condiciones seguir escalando solo suponía prolongar la agonía y el padecimiento. Dudamos si dejar las cuerdas y así evitarnos el curro de los dos primeros largos otra vez, pero al final, creo que con buen criterio, decidimos rapelar y llevárnoslas.
Un 18 de mayo, el frío y el viento nos habían obligado a abandonar. Otra espinita clavada, que tan pronto como fuera posible habría que intentar quitar.
Tras superar Diego su lumbalgia y yo mis problemas intestinales tocaba plantearse volver. A mi no me apetecía nada. De hecho le planteé ir a Border line, pero lo inacabado escuece así que no le costó convencerme para ir el sábado a ver si salíamos por arriba.
Vuelta a empezar. Ahora me tocaba a mi los largos impares. Ortiz nos había dicho que la anterior ocasión ya habíamos pasado lo peor. El sábado comprobaríamos si estaba en lo cierto.
Sábado 8 de junio, sorprendentemente sigue sin hacer calor. Toda la ascensión la hacemos con el cortavientos encima.
Superamos los dos primeros largos con bastante rapidez. Saber lo que hay que poner en cada sitio allana mucho el camino.
El tercer largo, según el croquis de Ortiz empieza con un A1+. La verdad es que hace dos semanas mientras esperaba a Diego no veía muy claro por donde seguir, pero ahora había llegado el momento de buscarme la vida. Unos tres metros por encima de la reunión asomaba tímidamente como el pedúnculo de una cereza, el cable de un plomo roñoso. Pues a por él. De salida gancho, plomo y a estirarse para llegar a una fisura para meter algo decente. Tras varios cacharros más un bolt y una zona que desploma con otro plomo gorrinete. Salida con gancho y tótem en un agujero que no acabo de ver pues aún en primeros solo soy capaz de llegar con los dedos. Al final alcanzo un puente salvador. ¿A1+? Nos ha parecido más A2+, pero bueno Ortiz, es Ortiz.
El cuarto largo supera un pequeño desplome (A2) para salir en libre duro (6c) desde un puente. Seguros alejados y roca que empieza a ser mediocre.
En la foto Diego llegando a la 3ª reunión
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
YDiego en el cuarto largo.
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
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El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
El último Soldurio: Vía Nico a la Sur del Benicadell
Me toca el último largo de dificultad. Al final le marca un A2+ que me tiene mosqueado desde abajo, pero hasta que no llegue, no seré consciente de la sorpresa que me espera. Tras superar un muro fino con pocas posibilidades de asegurar (6b) se supera un desplome corto (A1+) para volver al libre (6b) sobre roca ya no dudosa, sino mala. Alcanzo una repisa y miro hacia arriba y veo un muro gris desplomado en su base y vertical a continuación con un bolt unos 6 m por encima de la repisa.
Lo primero que me pasa por la cabeza es ¿Cómo paso por aquí sin romperme las piernas si me falla algo?. Primero me cuelgo de un gancho, meto una bong y tras escudriñar por la derecha descubro un buen agujero para un gancho. La bong va a hacer poco pero bueno. Del primer gancho busco otro emplazamiento y encuentro otro peor pero factible. Contengo la respiración, me cuelgo, subo por los peldaños del estribo y cuando paso la cinta por el bolt vuelvo a respirar. Tramo corto pero intenso y con una caída mala, mala. Vamos que si salta uno de los ganchos te comes la repisa. Del primer bolt salgo y pongo un gancho y tras aguantar inicialmente salta cuando estoy superándome en el estribo. Lo primero que pienso es en la repisa, estoy lejos de la reunión y la elongación de la cuerda juega en mi contra. Caigo como en cámara lenta y veo como la repisa se va haciendo grande, inmensa. A un palmo de tocar noto el tirón de la cuerda. Ha habido suerte.
A la segunda veo un agujero, meto un tótem y ya salgo sin problemas pero no paro de pensar en el salvaje de Ortiz, abriendo esta vía en solitario y jugándose el tipo descaradamente.
Al final y tras 7 horas estamos arriba. Hemos hecho la Nico. Tras 16 años ya tiene repetición. Ambos coincidimos la Nico es más dura, pero la Hale Boop nos gustó más.
No podemos dejar de sentir admiración y respeto por Ortiz: el último Soldurio.
Para repetir la vía nosotros hemos llevado unos 10 clavos: 2 uves, 2 bong, 2 universales, 2 planos, una zeta y una u. En cualquier caso por largo lo máximo que llegamos a poner fueron dos clavos.
El resto: un juego de empotradores, juego de aliens, juego de tótems, repetimos el verde y nos vino bien, y camalots hasta el 3. Los metimos todos. Llevábamos varias uñas, aunque la que más usamos fue la tipo Talón, aunque las de gota de agua para los agujeros va bien. Llevar algún plomo por si salta alguno de los colocados no está de mal. Por último 20 cintas que usamos en su totalidad.
Y eso es todo. Salud y buenas escaladas.
