Los bravos del Grupo Salvaje van al Puig Campana

Tras las pertinentes llamadas telefónicas al final había sido admitido en el “Grupo Salvaje” para ir el sábado a la Oeste del Puig Campana. Estaba tremendamente ilusionado, no siempre gente tan conspicua y selecta te abren la puerta y te dan la mano. Casi no pude dormir la noche del viernes. Las dudas y los miedos rondaban por mi cabeza como la lengua que busca la encía llagada.

El sábado tras el madrugón de rigor y haber cumplido con mis rutinas matinales, no viene al cuento ni creo que sea lugar para detallarlas, cogí los trastos, bajé al garaje y tras varios intentos infructuosos fui capaz de acertar con la llave en su sitio y arrancar el tan dormido y perezoso como yo coche.

Nada más salir a la jungla urbana me topé con un coche hecho un acordeón y dos núbiles adolescentes abrazadas y llorando a moco partido. Unos metros más allá la policía sacaba de un coche aparentemente intacto a un hombre que no se tenía en pie. ¡Qué malas son las madrugadas de los sábados! Mientras unos se recogen totalmente colgados otros salimos en busca del amanecer no menos colgados.

Enfilo la autopista, que en buena lid ya no debía ser de peaje, pero debido a diversos contubernios y monipodios sigue siendo gestionada por empresas privadas que cobran abusivos peajes. Para no encenderme con estas reflexiones enciendo la radio y me culturizo con las últimas directrices comunitarias sobre el uso de transgénicos en cultivos para pienso. Me pongo al día sobre el precio de la alfalfa (medicago sativa) y sorpréndome al saber que somos el segundo país exportador. Con la de burros y rumiantes varios que campan la península pensaba que la alfalfa quedaba toda para consumo interno. No hay nada como conectarse a programas radiofónicos sesudos donde la información es precisa e incisa. Imprescindible para afrontar el día con las mínimas garantías.

En esto estoy cuando me doy cuenta que ya he llegad al peaje de Oliva. Allí he quedado con los miembros del Grupo Salvaje. Cual será mi sorpresa cuando veo dos coches de la Guardia Civil y otros dos más de la nacional con la sirenas ululando y sobre el capó de uno de los coches a Diego, Joan y Dani con la manos a la espada, esposados y siendo duramente increpados por un cabo de la Guardia Civil.

Es momento de templar nervios, ordenar la mente y tomar las decisiones oportunas.

Me acerco al cabo y le saludo zalamero y obsequioso: “Buenos días, señor. Disculpe, mi torpeza verbal, mejor, oficial y jefe de tan disciplinado y competente grupo. ¿Tendría a bien decirme que pasa con estos señores?”

El cabo me mira con desdén y hace amago de soltarme un soplamocos, pero yo que he comprendido la gravedad de la situación, intervengo antes de que pueda reaccionar:

“No me miré así buen hombre. Si somos colegas”. Y en ese momento saco un mostoso carnet de cuando hice la mili y le interpelo: “Como verá yo también soy cabo, en excedencia claro está, pero cabo al fin y al cabo, de la policía militar en la 2ª Región Militar”.

El cabo de la guardia civil me mira con cierto desconcierto sin saber si darme una “ostia” o ponerse a reír. Al final y dado que le queda un día duro, decide ser conciliador, me da la mano y se congratula de que seamos colegas. Por fin, pienso, de algo me ha servido hacer la mili.

Ya con otra actitud me veo en condiciones de preguntar por qué mis compañeros están esposados. El cabo me responde que han recibido un aviso de que una banda de atracadores muy peligrosos habían sido vistos por la zona de la costa: El tragaldabas, El coletas y el Aros.

En ese momento me fijo que cuando han esposado a Diego no les ha dado tiempo a quitarle el bocata de cuarto kilo que se estaba trapiñando.
Al final tras dar fe por mis amigos y desfacer el error el trío es liberado y los agentes del orden público deciden irse a tomarse un café que de buenas me he ofrecido a pagar.

Total, hemos perdido 10 minutos, y Diego está que se le llevan los demonios pues un número de la guardia civil ha aprovechado un descuido de éste y cuando le quitaban las esposas le ha quitado el bocadillo y se lo ha comido.

Ya sin más contratiempos llegamos a Finestrat. En el primer bar que encontramos abierto paramos y pedimos un café o cortado, según gustos. En mi caso, me sirven un imbebible brebaje que más parece un lixiviado de aceite de ricino que café. Con resignación me lo hecho al coleto, por lo menos está caliente.
Llegamos al parking y repartimos cordadas y material. Tenemos intención de repetir “Niño Bravo”. Llevamos el croquis original y poca información adicional. Por si las moscas llevamos una maza ligera y varios clavos que al final harán turismo en un día ideal para escalar por estos lares.

Tras un buen sofocón y cuarenta minutos estamos a pie de vía. Ataco el primer largo, que ya conozco, con ganas y disfrutando de la increíble calidad de la roca del Puig. En tres largos de lo más aparente nos plantamos en la campa previa a la Espasa de Sant Jaume. Como Joan y yo somos muy clásico enrollamos las cuerdas a nuestro cuerpo y atentos a cualquier grieta atravesamos el canchal sorteando puente de hielo y banquetas quebradizas. Afortunadamente nuestra pericia nos permite alcanzar el espolón que da inicio a la segunda parte de la escalada.

En pocos metros cuadrados arrancan cuatro vías: La Cholita, Pandemonium, Matar o Morir y Niño Bravo. En el inicio de ésta última hay una marca tenue con las letras NB.

Los largos de aquí a la cumbre no tienen desperdicio. El primero supera el espolón obligando a uno a moverse de un largo a otro y buscando el mejor itinerario. Un par de clavos ya bastante emponzoñados confirman que vamos por buen camino. Tras 50 m alcanzo una repisa en donde monto reunión con un puente y unos aliens.

El siguiente largo supera unas fisuras y placas con equipamiento todavía más escaso y escalada cinco estrellas. Otros 50 m y monto la reunión también con material flotante.

En el siguiente largo, fuera de donde indica el croquis, Joan encuentra una reunión con dos spits. Resulta extraño. Quizá de alguna repetición, aunque si los aperturistas no usaron expansiones, parece que estos están poco justificados.

Joan monta reunión en una repisa y ataco el siguiente largo. También aquí, a mitad de largo y fuera de donde indica el croquis original aparecen dos spits ¿?. Mientras tanto Dani y Diego nos siguen como alma que persigue el diablo. En algunos casos su aliento humedece nuestras espaldas, más exactamente donde terminan éstas.

Ataco el largo cotado de A1/6a. Un muro vertical con una fisura que lo cruza y donde hay varios clavos. El primero da pena verlo. Como no me fijo refuerzo el paso
con un tótem y me lanzo al lío. Al final salgo airoso pero el apretón ha sido bueno. A mi entender toda la sección es un 6b apretado en donde hay que interpretar correctamente los movimientos. Tras el tramo más difícil supero un diedro y tras rebasar una repisa monto la reunión encima de una placa con dos friends. El largo tiene sus 60 m y me obliga a reposar para recuperar el resuello.

Mientras tanto varias cordadas surcan las aristas y agujas de Entorns. No soy capaz de determinar si son 4 ó 6. Ahora veo un caso amarillo, ahora un blanco, ahora uno gris. Ahora oigo la voz de una chica que se comunica con Juan. Mientas que a ellos ya les castiga sin indulgencia Lorenzo la orientación del espolón permite que sigamos escalando en sombra con una temperatura ideal.

El siguiente largo obliga inicialmente a pelearse con un trazo selvático. Parece que la vía se repite poco, yo diría que nada, lo que me extraña dado los esfuerzos que hace nuestra muy amada federación en fomentar y promover la escalada de pared. Somos desagradecimos por naturaleza, el Perleta dejándose la piel para que haya un buen nivel en escalada de pared, y todos desagradecimos a hacer escalada deportiva. No tenemos remedio.

Bueno a lo que iba que me voy por la tangente. Tras superar la zona agrícola llego a un clavo que aparte de roñoso está en una placa hueca. Aquí empieza el tomate del largo. Unos pasos delicados, un alien tranquilizador y un segundo clavo algo más apañado. De aquí se hace una travesía a derecha para pillar una fisura ancha donde hay que apretar de verdad. Menos mal que hemos cogido el camalot del 3.5. El tramo nos parece a todos de 6b+. Obligado y a proteger. Al final se sale a la derecha por una fisura más amable hasta alcanzar una buena repisa donde se monta la reunión.

De aquí a la salida nos queda un largo ya sin complicaciones. Mientras recogemos el material oímos como las dos D rebufan en los dos últimos largos de dificultad.
Les esperamos en una repisa y Dani nos hace una demostración de cómo se escala en tramos de roca descompuesta, sin posibilidad de protección y con un grado de exposición muy elevado.

La vía nos ha encantado. A los cuatro nos ha parecido una vía cinco estrellas. El equipamiento es más bien austero, aunque no resulta difícil proteger la ascensión con el uso de material flotante.

La vía es una muestra del nivel y la ética con que los aperturistas acometían este tipo de ascensión. Un diez por ellos.

Como de las vías de la cara oeste es de la que acaba más abajo la mejor opción de bajada es destrepar en dirección este hasta alcanzar en unos 50 m la línea de cables y puntos rojos que te llevan sin dificultad a la pedrera.

Al final en poco más de una hora estamos en el coche. Contentos y alucinados con la suerte que hemos tenido con el día.

La vía se puede hacer bien en unas cinco horas. Que fue lo que más o menos nos costó a nosotros. En la vía encontraremos clavos y cordinos viejos ene puentes de roca, pero pocos y en el caso de los clavos, algunos en mal estado. No obstante con un juego de aliens, otro de tótems, camalots hasta el 3.5 y cintas largas se escala sin problemas.

Eso si en los largos superiores tal y como he comentado las dificultades nos parecieron mayores que las que indica el croquis, pero ya se sabe que en estos de los grados…

Vía muy recomendable para quien le guste la escalada (a secas), cacharrear y buscarse la vida (y la vía).

Fotos hicimos pocas pues el recorrido no nada para tomar buenas instantáneas, pero cuando pueda las subiré. Ayer me fui a escalar y dándole a las sin hueso me dejé la mochila con la cámara en el bar Mijares en Montanejos. Menos mal que el “Pitxi” estaba allí.

Para terminar agradecer al Grupo Salvaje que me haya permitido compartir un día tan espléndido de escalada con ellos y comprometerme a que me voy a esforzar para poder estar a su altura en venideras ascensiones, si tienen a bien dar su venia para que me una al grupo.

Saludos y buenas escaladas.